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Según un estudio checo, los felinos portan un parásito transmisible que podría influenciar en los deseos sexuales de sus propietarios. El detalle del controversial descubrimiento

(INFOBAE) Independientes, impredecibles o reservados, suele decirse que la manera de ser de los gatos y sus dueños son similares. La personalidad se puede influenciar en el otro mediante la conducta, pero también trasmitir por medio del contacto, algo que puede resultar complejo con las mascotas. Es que un parásito común presente en los felinos puede provocar una preferencia por el sadomasoquismo en las personas que se infecten por contacto con estos animales, según un nuevo estudio.

La investigación, a cargo de dos científicos de la Universidad Charles de Praga, involucró a 36.564 personas de Eslovaquia y República Checa, quienes respondieron una lista de preguntas para evaluar sus preferencias y comportamientos sexuales. De la totalidad de voluntarios, 741 estaban infectadas con Toxoplasma gondii, el parásito causante de esta extraña relación.

La toxoplasmosis es una enfermedad cerebral que los felinos pueden transmitirles a sus dueños, siendo capaz de afectar el comportamiento. Este parásito es muy común entre los gatos domésticos. Bajo la máxima de que los patrones de comportamiento sexual, por lo general, se entienden como las adaptaciones biológicas que aumentan la aptitud de sus portadores, los científicos estudiaron la relación de la patología con la aparición de conductas sadomasoquistas en los seres humanos.

De acuerdo a la investigación, publicada en la revista científica Evolutionary Psychology, las personas infectadas con Toxoplasma gondii en general expresan una mayor atracción a la sumisión, la violencia y el fetichismo, entre otros comportamientos. Los hombres, en particular, reflejaron una inclinación hacia el masoquismo y a conductas relacionadas con el sexo sin consentimiento mutuo.

El contagio se produce a través de las heces de los mascotas. El parásito se aloja en el cerebro y en los músculos de los afectados. Algunos estudios en roedores descubrieron que la infección puede provocar cambios en la personalidad, aumentando el deseo sexual en presencia de miedo, violencia y peligro. Según los resultados, esta analogía del fenómeno de atracción fatal también se observó en los seres humanos.

«El parásito se aprovecha de que los estímulos relacionados con el sexo y el miedo afectan circuitos cerebrales muy similares. De hecho, aunque no padezcamos toxoplasmosis, existe una estrecha relación entre el miedo y el sexo», explicó Jaroslav Flegr, autor principal del estudio.