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Neber Javier Cardozo Gutiérrez

Es difícil pensar que la florida pluma de uno de los poetas más grandes que tuvo la literatura nacional, este 25 de diciembre, vaya a cumplir 53 años que dejó de deleitarnos con la magnificencia de sus escritos; pero que sin embargo, toda su obra sigue llenando de esplendor y belleza las bibliotecas escolares y públicas de nuestro entorno nacional e internacional.

Fue así que un 5 de septiembre de 1921, en el seno de una familia pobre, la fructuosa tierra mendeña lo vio nacer; floreció de doña Carmen Alfaro y don Darío González, pero por el gran apego que tuvo hacia su madre es que adoptó su apellido como el principal. No obstante, es digno de destacar la visión positiva e integral que como persona, siempre supo destacar. Si consideramos que su vida desde niño fue de situación paupérrima, constantemente expresaba su apego hacia la naturaleza, a los niños y a toda su gente humilde; pues su modo de ver la realidad social es digna de destacar en nuestros días, ya que su idiosincrasia siempre tuvo un objetivo principal, el de expresar sus pensamientos desde una perspectiva revolucionaria, defendiendo a quienes no podían hacerse escuchar, de buscar el bien común y la estabilidad social.

Es por eso que resalto la búsqueda de la igualdad y lucha por la justicia social, adhiriéndola a su gran pasión por la naturaleza, donde supo colocar con tanto vigor y voz de protesta la manifestación de los animales, expresando su gran desacuerdo con el actuar de los gobiernos de turno; más si nos referimos a Oscar Alfaro como maestro de escuela, que fue su gran pasión, nos hace imaginar mundos llenos de fantasía, tanto en el cuento como en la poesía, sea en rima o verso, fue un hombre de gran talento; pues su vida la dedicó a escribirle a los niños, deleitarlos con la magia de su tintero, y que hasta el día de hoy, nos sigue despertando al niño que llevamos dentro.

Pero como gran ironía, un 25 de diciembre de 1963 y lejos de su tierra amada, se extinguió la vida del genio, se marchó al cielo a cantar villancicos proletarios, dejándonos como herencia… su circo de papel, el mágico danzar del trompo, el apasionado romanticismo del sapo, sus lápices de color en la tierna escuela del campo y la voz firme del pájaro revolucionario. Es tal vez por eso que el sarcasmo más desdichado del destino, le extinguiera la luz de vida, en el día dedicado a los niños.

Pero gracias al trabajo que realizó su esposa la profesora Fanny Mendizabal, el canto de Oscar Alfaro seguirá más allá de su andar, y aún se espera que el resto de su obra inédita pueda ver la luz algún día, siendo este trabajo el que muchos de sus seguidores todavía esperan conocer y aprender de la misma, parte de lo que este insigne personaje, quiso dar a conocer a través de tan fastuosa producción y así sentir lo que sintió aquel niño, que pronto se convirtió en hombre… pero jamás dejó de ser niño.

San Lorenzo, Tarija, 5 de Septiembre de 1921 / La Paz, Navidad de 1963