Ya estamos en Navidad y ¿ahora qué?, pasó la Noche Buena, los chicos ya abrieron los regalos, es un día de reposo y de reunión familiar pero luego ¿ qué viene?… ya miramos la Navidad por el espejo retrovisor, una Navidad más y a pensar en el Año Nuevo, en la fiesta primero más que en los retos que significa, en la diversión más que en los 365 días de incertidumbre que al final hacen la vida misma, ese no saber qué vendrá implica al mismo tiempo un desafío.
En pocos días más estaremos ya en cuenta progresiva otra vez, con enero encima y mucho trabajo por hacer, mirando el próximo diciembre muy lejano, casi inalcanzable para que en un abrir y cerrar de ojos lo estemos de nuevo viviendo. Medimos todo en función del tiempo y este se nos escurre entre los dedos porque no hemos descubierto aún la manera de agarrarlo y retenerlo un poco más, por eso por momentos se nos vuelve pesado y lento pero también fugaz y pasajero. Aún podemos mirar atrás para evaluarnos, puede que la dinámica de estos días no nos lo permita y puede que en Navidad si tengamos la pausa para la evaluación, el análisis y la reflexión.
Quien no ha comenzado un nuevo año con nuevas esperanzas, con proyectos por concretar, con sueños por alcanzar, es una nueva historia que se comienza a escribir, no sabemos si podría quedar trunca porque llegue el momento de partir, otra vez la incertidumbre se apodera de nosotros abriendo más interrogantes, menos respuestas. La idea es no repetir los errores cometidos, no pasar por lo mismo, superarnos y ser mejores personas, en consonancia con nuestro entorno, con nuestra comunidad, persiguiendo el bien común y dejando las posturas individualistas que nos conducen muchas veces al egoísmo ciego y discriminador, tenemos mucho por caminar, por recordar, estamos a tiempo, no es fácil pero depende de nosotros.