(INFOBAE) Sucede al abrir la caja. El pedido está bien. La pizza está caliente y el queso, en su lugar. Su trabajo es invisible. Tan invisible, que hubo que inventarle un nombre para dejar de mencionarlo. El «cosito de la pizza», ahora llamado «guardapizza», es el objeto olvidado en el mundo de las muzzarellas y las aceitunas. Sin embargo, el encargado de que esas ocho porciones hayan sobrevivido desde el horno hasta la mesa.
El «cosito de la pizza» es un objeto plástico de tres patas, que guarda una historia más allá de su sencillez aparente. Su origen se remonta tres décadas y es parte de un recorrido que se inició en Estados Unidos y hoy es una pieza clave del delivery de pizzas alrededor del mundo.
Su inventora fue una mujer llamada Carmela Vitale, quien vivía en Dix Hills, una pintoresca localidad ubicada en Long Island, Nueva York, donde -entre otros- vivió el célebre saxofonista John Coltrane.

La inventora estadounidense presentó diseños y esquemas, que explicaban cómo debía ser fabricado el dispositivo y su colocación exacta dentro de una caja de pizza.
Finalmente, el 12 de febrero de 1985, a dos años de su presentación, las autoridades de los Estados Unidos concedieron la titularidad de la patente a Vitale.
En 2014, el sitio Booyorkcity, especializado en historias y la vida cultural de Nueva York, realizó un exhaustivo rastreo por Dix Hills intentando contactarla, pero no hubo éxito. Sin embargo, su legado estará siempre vivo en cada pizza que llegue a casa.