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(elPeriódico) Entre los años 800 y 900 DC, el territorio de la actual primera Secccion de la Provvica Arce estuvo ocupada por grupos de origen Aimara: Culturas pre Tiwanaku y Tiwanaku, las mismas que posiblemente, penetraron por Chaguaya (palabra de origen Aimara) y se fueron expandiendo hacia el este y sureste. Pucaras y algunos restos de cerámica son parte del testimonio de la presencia que se ha encontrado de esta cultura en esta región del Departamento de Tarija. Posteriormente a los aymaras y nuevamente desde el norte, sobrevino la civilización quechua.

A principios del siglo XVI llegaron por el Abra de Pinos de la cordillera de Camacho, una gran comitiva de invasores a la cabeza del Inca Sayri Yupanqui, después de cruentas luchas con los chiriguanos que poblaban el valle de Camacho, Alisos, Tacuara y alrededores y sentaron sus reales en el lugar denominado “El Saere”. Por hábito se denominaba al primer pueblo conquistado y organizado con el nombre del Soberano o Jefe de la tribu, motivo por el cual la comarca del Cantón Orozas Abajo, denominado con su primitivo nombre “El Saere” es la actualmente comunidad de “El Saire”, en probidad al Inca conquistador. En la parte este del territorio habitaban los Chiriguanos, quienes ampliaban sus dominios llegando hasta el valle, de donde se proveían de importantes recursos, mediante hostigamientos permanentes a los grupos poblacionales venidos desde el occidente.

La región de la actual provincia Arce existen rasgos de la identidad quechua en los lugares donde pernoctaron y vivieron estos, como El Sayri, Rumihorco (cerro de piedra), Virkijocha (charco de agua), Saccharuna (árbol de forma de hombre), Rumicancha (corral de piedra), Chalamarca (lugar de pasto), Huacanki (donde lloraste), Cachimayo (río salado), Canchasmayu, Queñahuayco y otras expresiones que testifican la presencia quechua, además de gravados en bajo relieve de motivos incaicos registrados en el Angosto de Orozas que representan al sol y la llama divinizando al su Dios en el astro rey del universo y del animal que les proporcionaba alimento, vestuario y transporte.

Esta situación de asentamientos esporádicos por parte de grupos de distinto origen étnico, dio lugar a una característica muy particular que no se presenta en el resto del territorio nacional; en el Valle de Tarija quedó una escasa herencia lingüística de los dialectos e idiomas originarios. Considerando esta ubicación geográfica, configurando una frontera como de encuentro de culturas de origen contrastante, de lenguas diferentes, el territorio necesariamente tuvo una resultante de inestabilidad política, de fricciones inter étnicas, invasiones continuas, en síntesis, una zona con inseguridad territorial.

A la llegada de Luis de Fuentes y Vargas en 1574, la población indígena tenía por misión cuidar las fronteras (mitmaqkuna) de los grandes señoríos Aimaras y las poblaciones más definidas eran los Karangas, Chichas, Churumatas, Juríes, Tomatas y Moyo-Moyo. Las localidades de Chalamarca, Chaguaya y el Valle de La Concepción son los sitios que se tienen registrados como asentamientos por parte de los aimaras y quechuas. De los Chiriguanos, tribus nómadas, no se tienen registrados de asentamientos estables.

En las postrimerías del siglo XV el Imperio Incaico se encontraba en su más grande apogeo de poderío y grandeza, el Inca Virajocha, guerrero y conquistador insigne del imperio incaico introdujo grandes reformas políticas, sociales y religiosas en sus feudos y extendió sus dominios hasta los Moxos y todo el Collasuyo. Padre de numerosos hijos habidos en su gran imperio del Tahuantinsuyo dispuso que sus descendientes se preparen para el arte de la guerra y la conquista territorial otorgando a estos la propiedad, señorío y tenencia de los territorios conquistados y sometidos a su autoridad.

El inca Yupanqui, décimo de la dinastía incaica, inició la conquista a los territorios del sur a través de los chichas, sur del actual Departamento de Potosí, incorporando esos territorios a su dominio que posteriormente se extendieron hasta los valles calchaquíes, diaguitas lulas, serranías del Tucumán, actual Argentina, estableciendo costumbres, visión religiosa y cultural, arquitectura y el paso de caravanas, dejando inscrito su lengua nativa en sitios que actualmente forman parte de la geografía del valle de Tarija, como Tajxara, Iscayachi, Chorcoya, Sama, Chujmiri, Calama, Chayaza, Paicho, Churquihuayco, Sunchuhuayco, Padcaya, Chayuaya, Chocloca, Chalamarca, Tullcumarca, Rumicancha, Pircacancha, Chaupicancha, Pilcomayu, Kjarachimayo, Huankjoiro y las expresiones lluppir, ppitir, ppallar, chaguar, suchchu, okje, chchusquir, kjarar, chusekja, tthusu, chorkjo, choclo, uchucutana, pecana, pirca, pujio, lajra, chchsi, huajccho, imilla, llokjalla, runa, ttanta, llauschcho, chchallar, kjasa, senkja, chiccha pampa, kjoncho, chirwa, cacaecche, chojñoso, ojllar, qanckana, pjuiska, suttu, sutuchi, kaito, chumar, kjorar, chía, lluru, wawa, ttekje, chchuspa, uchullajua, chchiuta, ñacar, chunchuli, kjonichi, ttojpir, kjalpir, muspjar, kjeta, okjollo, juskju, ttojta,sullu, etc.

El territorio de Tarija era el último límite donde los sucesores del imperio incaico extendieron sus dominios hacia el sur que estaban habitadas por los indios chichas. Según el inca Garcilazo, reinando el inca Viracocha, los chichas quedaron sujetos a la dominación de los hijos del sol que se asentaron en los contornos de Chocloca y Guairivana, junto a la Angostura en los llanos que posteriormente los españoles denominaron Valle de Nuestra Señora de la Concepción, perteneciente a los originarios Churumatas de quienes hizo mención el Rdo. P. Jesuita Pedro Lozano en su Descripción del Gran Chaco.