Por Remberto Juan Molina Gareca
El desempeño de la economía boliviana, según los indicadores macroeconómicos para el año 2020, se encuentra en una situación de recesión, entiéndase como un estado en el cual la actividad económica ha disminuido y sus principales indicadores (PIB, PIB per cápita, precios, empleo y otros) ha tenido un desempeño negativo o han disminuido notablemente.
EL Banco mundial prevé para el año 2020, que la tasa de crecimiento del producto Interno Bruto de Bolivia, disminuirá al – 7,3 %.
Esta situación de una tasa negativa de la tasa de crecimiento de la producción del país, puede permanecer en el corto y en el mediano plazo en la misma situación, si en caso no se toman medidas de política económica adecuada y eso tiene que ver con el modelo económico a emplear.
Las causas del desempeño de la economía nacional desde el año 2015 que comienza a ralentizarse y disminuir progresivamente, según datos del mismo Banco Mundial son: T.C. PIB 2015 4,85 %, T.C.PIB 2016 4.26 %, T.C., PIB 2017 4.19 % T.C.PIB 2018 4.22 %, T.C.PIB 2019 2.21 %, y T.C.PIB 2020, estimada de – 7-23 %; y se debe principalmente a la caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales, y en el último año 2020, debido a los efectos de la pandemia del COVID 19 que ha disminuido notablemente la demanda agregada.
¿El gran dilema que se plantea para el resto del año 2020 y los años siguientes es cómo podemos salir de esta situación de recesión que vive la economía boliviana?
La respuesta está en el uso de la política económica, fiscal, monetaria y cambiaria por parte del gobierno a la cabeza del presidente Luis Arce.
Hasta el año 2019, y desde el año 2006 se había implementado el Modelo Económico Social Comunitario y Productivo. Plasmado en la Constitución Política del Estado en los cuatro pilares fundamentales de organización económica Comunitaria, Social cooperativa, Estatal y privada.
De estas cuatro formar de organización las que más se desarrollaron fueron la Estatal (empresas estatales en diversos sectores productivos y el crecimiento del aparato del estado) y la privada (oferta y demanda en el mercado reguladas por las autoridades de supervisión)
El modelo económico boliviano, ha estado basado principalmente en la demanda interna, pero con financiamiento del sector externo. Es decir, las compras que hacían las familias las empresas y el mismo estado, con dinero que provenía principalmente de a venta de las materias primas a nuestros socios comerciales (principalmente Brasil y Argentina por la venta de gas).
En la actualidad en el modelo económico, ha entrado en discusión si se puede mantener el nivel de gasto público para sostener esta demanda interna. Lo cierto es que sería muy difícil hacerlo por cuanto los indicadores de desempeño de la economía, antes expuestos y que muestran que no se puede sostener el gasto público como en años pasados.
¿Entonces qué hacer? Mantenemos el modelo económico? ¿Aplicamos un nuevo modelo económico?
La constitución política del estado de nuestro país tiene la respuesta, toda vez que, de las formas de organización económica antes indicadas, se puede, y esta así constitucionalizado, aplicar cualquiera de estas formas.
EL Estado no puede dejar de atender sus prioridades como estado art. 9 CPE, en el campo social y económico, es decir se debe seguir manteniendo su participación en la economía, pero con énfasis en la eficiencia con disminución de gasto púbico corriente (sueldos y salarios, viáticos, gasolina, etc) para aumentar del gasto público de inversión (construcción de puentes, hospitales, carreteras, escuelas, etc)
El mercado no puede desaparecer ni ser la única solución a la situación coyuntural actual. Libre oferta y demanda pura puede dar lugar a la distorsión de los mercados con aparición de monopolios, monopsonios, oligopsonios, u oligopolios.
Dejar la responsabilidad plena al estado o al mercado no parece ser la solución. Entonces la combinación de ambos puede ser la mejor receta a aplicar. ¿Pero cómo lo hacemos?
Existen muchas acciones que se pueden implementar, no pretendemos dar una receta ni mucho menos plantear las soluciones exactas, que nunca lo son en economía. Pero no se podrían dejar de lado tomar acciones como que el estado deberá priorizar su gasto, como lo indicamos anteriormente, siendo más eficiente en el gasto corriente y aumentando de manera eficiente también el gasto de inversión. Ampliar la base de contribuyentes disminuyendo o promoviendo impuestos más eficientes y progresivos por parte del estado (política fiscal)
Regular eficientemente los mercados, principalmente financieros (política monetaria) para facilitar el acceso a capital fresco del emprendedor privado, para que pueda activar iniciativas productivas que deban ser la prioridad del estado como estado, desde el primer ciudadano hasta el último. Luchar contra el contrabando, para evitar el ingreso de producto que ya se producen en el país y COMSUMIR LO NUESTRO
Mejorar la seguridad jurídica a las inversiones e Incentivar la Inversión extranjera Directa (Importación de capital y tecnología)
Tal vez de esta manera se pueda reactivar la demanda interna y mejorar en cierta manera el desempeño de los indicadores económicos.
Lamentablemente la crisis económica mundial no parece que en el corto plazo permita la recuperación de los precios de las materias primas, esto repercute en nuestros ingresos como país; entonces, debemos dejar de drenar divisas al extranjero con la compra de bienes que producimos dentro del país, y ser selectivos con los bienes que importamos para que sean usados en el mismo sector productivos del país.
Como lo planteaba Deng Xiaoping y su modelo económico que cambio a China en lo que es hoy, no importa el color del gato, lo que importa es que cace ratones. En economía, como en las ciencias sociales en general los cambios son permanentes. Y ante estos cambios también se deban cambiar y ajustar los modelos para lograr el objetivo principal de mejora de la calidad de vida de los habitantes de nuestro país, e intentar lograr el paradigma del Vivir Bien.