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Las elecciones más importantes en la historia de México podrían ser definidas por sus jóvenes. Los números lo explican de forma clara: en este momento existen 25 millones de ellos en edad de votar y, si se toma en cuenta que los comicios pasados se ganaron con cerca de 19 millones de votos, su participación resulta más trascendental que nunca.

Sin embargo, algo que preocupa a teóricos en la materia son los niveles de abstención de esta población —de entre 18 y 29 años—, mejor conocida como generación millennial: las tasas de abstencionismo de los jóvenes superan el 40 por ciento, según el Índice Nacional de Participación Juvenil 205-2016, y eso los convierte en el segmento electoral menos activo de toda la lista nominal.

¿Por qué una juventud cada vez más informada y aparentemente crítica prefiere no ejercer su derecho para elegir a sus representantes? Preguntamos a especialistas en el tema, quienes nos explicaron las razones.

Desconexión en un mundo interconectado

La asociación civil Ollin, Jóvenes en Movimiento estudia el tema desde hace años y ha hecho varios hallazgos que se pueden consultar en sus investigaciones bianuales. Con frecuencia organizan talleres para concientizar sobre lo importante que es el voto para cimentar bien una democracia y han escuchado directamente de los jóvenes las razones por las cuales se abstienen de ir a las urnas.

Aline Zunzunegui, directora de Incidencia Política en la organización, cuenta que hay una razón que casi todos mencionan: simplemente no se sienten representados por los candidatos. Algunos políticos quieren verse demasiado millennials y «no les queda»; otros parecen muy mayores y tienen «argumentos del siglo pasado», y también les molestan los «malos manejos» de la clase política.

“El descontento de esta generación es algo muy evidente. Y en gran medida se debe a que ven la palabra ‘corrupción’ en todas partes. Como nacieron inmersos en esa dinámica, es lo único que conocen y dan por sentado que las cosas siempre serán así”, dice Zunzunegui.

Además, otra de las cosas que influye es la falta de comunicación. En un mundo tan interconectado —gracias al internet y ahora a las redes sociales— como este, incluso resulta irónico. Pero sucede.

Según la especialista, los políticos de ahora tienen mil y una maneras de acercarse a los jóvenes, pero no saben cómo. La brecha de generaciones los ha superado y las propuestas que plantean están muy poco cercanas a ellos.

El desconocimiento, entonces, es de las dos partes: ni los políticos saben lo que piensan y necesitan los millennials, ni ellos a su vez conocen bien a bien las funciones de sus representantes. Por ende, ni uno ni otro bando se entiende y la situación se ha vuelto un círculo vicioso que puede tener lamentables consecuencias en la política nacional.

A ello, dice la especialista, habría que sumar otro componente: la mala fama que se ha construido el Estado al no rendir debidamente sus cuentas, ni transparentar sus gastos.

Píldoras contra la apatía

Tras dimensionar el enorme bono electoral que representan los jóvenes para los comicios de julio de este año, varias organizaciones —incluida Ollin— lanzaron una plataforma digital que busca alentar e informar su voto.