Se acaba un año complejo, complicado, distinto, hasta de matices históricos, con un desenlace que pocos podían prever, un año político de principio a fin que nos tuvo en vilo y que fue evolucionando y transformándose.
Sin duda alguna, lo que marca el 2019 es la salida de Evo Morales, la renuncia de quien estuvo en el poder 13 años y 9 meses y parecía seguiría ahí. El 20 de octubre marcó el principio del fin, aunque algunos seguramente mirarán el 21 de febrero de 2016. Fueron 21 días de resistencia de gran parte de la población, en calles y avenidas de casi todas las ciudades de Bolivia, que terminaron con la dimisión del hasta entonces presidente. Se visibilizó una juventud que parecía más que dormida, ausente y desinteresada por lo que sucedía a su alrededor, fue esa juventud la que se puso de pie, celular en mano, y tomó partido decisivo en una crisis que podía haber tenido otro desenlace si no se involucraba como lo hizo.
El incendio en la Chiquitanía también tuvo un impacto político adverso para el gobierno de Morales, millones de hectáreas devoradas por el fuego ante la negativa de declarar desastre nacional para poder pedir ayuda a la comunidad internacional, nunca se explicó el porqué de esa actitud, que selló a fuego un sentimiento de rechazo. Los incendios se dieron también en Tarija y el Súper Tanker fue parte de la solución, ni con eso Evo logró congraciarse con el pueblo tarijeño.
La economía en nuestra región no tuvo cambios significativos, siempre en números rojos, tal vez los conflictos de octubre y noviembre dejaron una herida abierta que recién comienza a sangrar, un país paralizado un mes y otro más por la conformación del nuevo gobierno, sin duda lastimaron las finanzas de Tarija y Bolivia toda, ecos que recién se comienzan a escuchar.
El 2020 se viene con una gran dosis de incertidumbre, con dos elecciones en la agenda, otro año politizado al 100% y grandes interrogantes sobre el comportamiento de la economía nacional. También queda abierta una gran puerta hacia la esperanza de días mejores, siempre y cuando los políticos lo permitan, aunque el pueblo y, sobretodo, la juventud, dejó un mensaje claro escrito con sangre… que se terminó la paciencia con todos ellos y que se esperan cambios reales, positivos y tangibles, caso contrario, ya se sabe de su fuerza y convicción y lo que son capaces de conseguir.