– Froy, Froy. despierta
– Qué quieres Aguilar, déjame dormir.
– Despierta hoy es el día del padre, levántate, hay que cambiarse, bañarse y salir.
Se lo notaba entusiasmado, con ánimo reluciente como los demás días, mejores días que el año pasado.
– Sereno Froy, un poco triste, hace caso a su amigo peculiar, y emprende la faena de empezar el día. Con tono sarcástico alega:
¿Será mejor el día de la salteña? reitero, en efecto hoy tendremos empanadas, refresco, veremos a los chicos, a la familia.
Sacó una camisa bonita en el estante tapado con telas, el chaleco nuevo de regalo, los zapatos usados, el pantalón limpio, un poco de antitranspirante, dentífrico para los dientes y un poco de gel para el pelo crespo y negro.
Perfume para disimular y los lentes cafés semioscuros para disimular su estado, se mira el espejo Froy por un corto periodo y admira a silueta de una persona adulta.
Vamos se hace tarde, no olvides alimentar a los gatos, refuto Froy a Aguilar, saco de las latas de la pequeña e improvisada cocina, el alimento para animales, gatos y perros comían de la misma lata, con la diferencia que se dan por separados como pollos del corral, todavía temprano, se siente a olor apacible a campo mientras se despedida a la selva contaminada de la ciudad en el transporte cotidiano.
– ¿Qué vas a invitar? pregunta Aguilar.
El menú es empanadas con refresco gaseosa, y si nos portamos bien un postre de música con puro.
El viejo café show donde hacen ricas empanadas, el ambiente, la música, la atención, lugar de esparcimiento y serenidad para la charla.
Su viejo lugar, una mesa especial ubicada entre el escenario y los parlantes, entre la puerta y el mostrador.
Tomaron asiento y ordeno su especial, empanadas mixtas, aceitunas, al estilo chapaco. Sacó Aguilar su puro usado, lo puso en la mesa, saco el cortador de puros y el encendedor, no demoró ni dos minutos en poner el puro a encenderlo, sorbió unas cuantas pitadas, terminó apagándolo, para usarlo otro día.
Por hoy suficiente, no dejaremos que el día termine sin celebrar con esta belleza afirmo Aguilar.
Froy sacó su armónica de bolsillo y empezó a tocar, una melodía para el día del padre, melancolía adaptada de mi querido viejo.
Al parecer hoy no vendrán dijo Aguilar, pasaba las dos de la tarde y ni un alma apareció conocida de Froy, entraron y salieron mucha gente, hubo alegría, abrazos y brindis, pero para esa mesa no llego la presencia de personitas que debían de llegar.
Grita, mierda no vendrán Aguilar.
Cálmate, algo debió de pasarles, o se olvidaron de hoy.
Froy en la seriedad que lo describe se acomoda y cavilando responde: Mi camarada no quería malograrte el día por esta espera, que empezó desde hace muchos años, unos largos años.
Yo no pedí ser papá, pero Dios me bendijo tres veces
Pero lo soy con orgullo, desde joven me enseñaron a ser responsable de mis actos y seguir mi instinto protector lo que también aprendí de mis padres.
Tampoco asistí a una escuela de padres, hoy en día hay cursos para todo, sexo, cocina, profesiones, menos para ser padre, solo los errores de la experiencia y los consejos, sirven en esta larga labor.
Golpeo la mesa Aguilar diciendo:
¡No debían de hacerte eso, es una falta de respeto, que les pasa! no los culpo, al contrario los perdono, es una carga de conciencia que se deja hoy en el camino.
Todo tiene su tiempo, su momento, la dicha de decirlo, al que quiere ser padre, no lo dejan serlo, y el que lo rehúsa obtiene lo contrario. Vámonos fue una larga espera hoy termino el día.
Espera no, no, vamos a brindar por el padre celestial, levanto el vaso, repuso aliento arguyo:
¿Acaso no es nuestro padre? un brindis por el mero, mero, el que nos cuida en vida y la post vida, gracias por la dicha de hoy, las lecciones del mañana, como proveedor siempre cumples, gracias Padre Celestial. Volcamos los vasos de la mesa y nos retiramos del lugar.
Vamos a descansar, mañana es otro día repuso Froy, hay mucho por hacer en la renta, hay amor como proveedor en pagar las cuentas a tiempo, hay amor al cancelar una entrada al cine, hay amor al llevar un regalo sencillo en sus cumpleaños, hay amor cuando crecen tus hijos y debes de aceptar las con la dirección de sus vidas y muchas cosas más, al terminar el día volver a casa en la caída del sol, subido en tu carretilla dos pequeñines jugando al pasajero. Por todo eso ser padre va más allá de una obligación, me siento orgulloso por ello afirmo Froy…