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Cnl. DESP. Vladimir Yuri Calderon Mariscal

El “bullying” o acoso escolar es una situación en las que uno o más alumnos/as persiguen e intimidan a otro. Las agresiones en el bullying pueden ir de la violencia emocional o psicológica hasta la física, varían entre los insultos o rumores negativos hacia la víctima, hasta el aislamiento obligado, los apodos, las amenazas y pueden llegar a las agresiones físicas. Las secuelas del bullying no sólo afectan a la víctima, sino también al agresor y aunque parezca incierto, incluso a los niños y niñas que atestiguan el acoso escolar.

El acoso escolar es un proceso que se desarrolla a lo largo de meses e incluso puede durar años, por lo que resulta de vital importancia saber cómo identificarlo, como prevenirlo y como actuar cuando se lo detecta.

Los indicios mas frecuentes a los que deben estar atento el padre o la madre, son:

– Cambios de conducta del niño o niña que al ser víctima de bullying puede sufrir variaciones de humor, bipolarismo, pasar repentinamente de periodos de irritabilidad a la tristeza y al llanto sin explicación aparente.
– Cambios en los hábitos de sueño y alimentación, puede presentar falta de apetito o de sueño, incluso pesadillas, dificultad para dormir o para levantarse, que deben ser considerados como síntomas.
– Dolores y malestares continuos, síntomas como dolores somáticos, dolores de cabeza y estómago o malestares como vómitos y diarrea pueden presentarse en la víctima de bullying; debe preocupar con mas razón cuando se presentan sin razón aparente.
– Pérdida o deterioro constante y progresivo de pertenencias, útiles escolares, libros o alimentos; incluso si se detecta que el uniforme, lentes o posesiones aparecen rotos o con desperfectos.
– Marcas de golpes sin explicación coherente, hematomas o rasguños y si el niño o niña argumenta que se trata de constantes accidentes, esto puede no ser cierto. Se debe mantener la vigilancia y seguimiento, porque puede ser un síntoma de bullying.
– Resistencia y ausentismo, en algunas ocasiones, puede ocurrir que el niño o niña que sufre bullying se niegue a ir a la escuela argumentando cualquier pretexto, o incluso se resista a participar de actividades extraescolares como excursiones, visitas guiadas o eventos deportivos.
– Resistencia a estar solo, si el niño o niña exige de forma anormal la presencia del padre en la entrada y salida del colegio, puede haber una razón oculta. Incluso, si sale demasiado temprano o demasiado tarde de la escuela, puede ser un síntoma de que está sufriendo bullying.

Los maestros también tienen que estar atentos y accionar medidas como:

– Vigilar los grupos de alumnos que se formen en pasillos, patios y áreas de comida, pues la mayoría de las agresiones ocurren cuando los profesores no están presentes, preferentemente en periodos de descanso o recreo.
– Verificar los rayones, grafitis, etc., inscripciones en pupitres, paredes y puertas de baños, entre otros espacios. Los docentes deben revisar e identificar cuáles son los nombres más frecuentes y así conocer potenciales víctimas de bullying o acoso escolar.
– Atender casos de ausentismo, todo atraso o ausencia a clases o actividades escolares tiene un motivo. Si las ausencias son frecuentes, debe existir una razón y se debe investigar. La no participación en actividades extraescolares puede ser un síntoma de bullying.
– Frenar las burlas en clase, que suelen ser comunes, pero que no deben aprobarse ni celebrarse, sobre todo cuando se detecta que uno o más niños son blanco común de esta conducta nociva.
– Prevenir la discriminación hacia los alumnos que por su rendimiento escolar, forma de ser o aspecto físico puedan ser considerados diferentes y que pueden ser blanco fácil del bullying o acoso escolar, por lo que se debe estar especialmente alerta a estos casos.
– Tomar con seriedad las quejas de alumnos que constantemente informan que son objeto de burlas, agresiones o insultos, deben prestarse atención personalizada a estos casos. De igual forma, si se reporta la desaparición de pertenencias, libros, útiles escolares, alimentos, etc., puede ser una forma de acoso.
– Verificar cambios de conducta, explosiones de ira o muestras de tristeza y depresión en un alumno o alumna son comportamientos poco habituales que deben ser atendidos adecuadamente.
– Casos de aislamiento de los niños y niñas que aparentan estar separados de sus compañeros y compañeras, pueden estar siendo obligados a ello, por lo que se debe verificar la razón del aislamiento.
– Evidencias físicas de violencia, golpes que dejan marcas, raspones, cortaduras, entre otras muestras que sean frecuentes y difícilmente explicadas por el alumno o alumna, pueden ser evidencia de agresión física.
– Bajo rendimiento académico, los cambios repentinos y negativos en el desempeño escolar pueden ser un síntoma de afectación por bullying, por lo que se debe investigar los motivos y estar atento a dichos casos.

En el momento en que se identifica un caso de bullying o acoso escolar, es importante tomar acciones integrales, pues si bien la víctima merece toda la atención, también se hace necesario que el agresor reciba ayuda para que comprenda que su conducta es nociva tanto para la víctima como para él mismo. Adicionalmente, se debe atender a los niños y niñas que atestiguaron el caso, pues también pueden presentar afectaciones. Se sugiere el apoyo de equipos multidisciplinarios, con asesores y especialistas pero, por sobre todas las cosas, evitar la violencia o fomentarla por lo que deben ser suprimidas.