Esta práctica equivale a “soñar estando presente”, y podría ser una buena manera de surfear los horarios exhaustivos a los que estamos expuestos en las urbes.
Muchos estudios han intentado indagar en la cuestión de si es realmente necesario dormir 8 horas al día, y si esto debe hacerse en un horario fijo (de las 22:00 horas a las 6:00, por ejemplo) para restablecer nuestra energía y capacidades cognitivas. Lo cierto es que no hay nada definido, pues las formas de dormir varían en cada época y en cada cultura. Pero descansar es necesario, y tan sólo cerrar los ojos tratando de alejar nuestra mente de los estímulos de la vigilia, durante algunos minutos, puede servir a tal propósito.
Por eso es que en Japón se practica el inemuri, (居眠) el arte de soñar estando presente.
En este país asiático, como pudo estudiar la doctora Brigitte Steger, especialista en estudios japoneses de la Universidad de Cambridge, es común ver a gente dormida hasta en reuniones de negocios, sin que ello constituya una falta o un gesto de mala educación.
Al contrario: los japoneses tienen gran respeto por el trabajo y son una cultura muy disciplinada, por lo cual se sobreentiende que quien practique el inemuri lo hará, precisamente, “estando presente”, y que si lo hace es porque realmente lo necesita.
Así, el inemuri no es una simulación del sueño, pero tampoco un gesto que demuestre pereza. Es sólo una “recarga” de energía que se hace con toda la disciplina para poder seguir con las actividades cotidianas.
Pero, ¿qué tanto es el inemuri, un fantasma del estilo de vida capitalista?
El inemuri se hizo frecuente desde 1980, una década de grandes cambios económicos que transformó las dinámicas laborales, a tal grado que el término karoshi (muerte por sobretrabajo) se hizo común. Japón se convirtió en una potencia financiera y el trabajo en las ciudades se volvió casi tan compulsivo como exhaustivo, por lo cual muchos japoneses redujeron sus horas de sueño. Por ello el inemuri puede ser visto como una práctica nacida de este estilo de vida insalubre, pero viéndolo desde otro enfoque es una forma de surfear los horarios a los que se tiende a estar expuesto irremediablemente, pero sin desgastar el cuerpo y la mente.
Se podrá rebatir que el inemuri no es capaz de sustituir las bondades de dormir una siesta completa, porque para descansar se necesita desconectarse de la realidad. De igual forma, no está de más resaltar que frente a un paradigma capitalista, la producción es casi un deber; países como Japón nos permiten cuestionar hasta dónde han llegado las urbes para permitir interponer el trabajo por sobre el bienestar físico y mental, y más importante aún, por sobre la vida.
La cuestión reside en algo esencial: el inemuri no pretende sustituir al sueño, y éste siempre será irremplazable para cuidar nuestra salud, ser más longevos y liberarnos de toda toxina. Pero puede ser una práctica muy útil y saludable que se acompañe con el debido descanso nocturno según se necesite.
¿Deberíamos todos comenzar a emplear el inemuri en nuestras vidas?