Noticias El Periódico Tarija

* Cnl. DESP. Vladimir Yuri Calderon Mariscal

Los delitos transnacionales, con todo lo moderno y rimbombante que parece suponer el nombre, no son un efecto directo de la globalización ni de las actividades de las transnacionales. Sus inicios se remontan hasta la aparición del contrabando, de la primera frontera y de un ente político que trató de resguardarla. Las leyes mesopotámicas sobre el contrabando y los acuerdos de extradición suscritos con otras poderes son el ejemplo más antiguo que se conoce.

En la década del 80, el crimen organizado surge como el modelo de la empresa capitalista contraria al Estado de Derecho, donde la sociedad rehúye ver las novedades del nuevo mercado criminal. Por el contrario, las organizaciones criminales tienden a organizarse de una manera más informal en la que distintos grupos pequeños y especializados funcionan en forma de red por medio de contratos de honor entre los jefes de las diferentes agrupaciones delincuenciales. Resultando, por tanto, en una serie de eslabones individuales que se asocian impulsados por los jefes de cartel del crimen organizado, que solventan económicamente las operaciones, utilizando su logística para hacer funcionar esos eslabones y formar solidas cadenas delictivas.

El nuevo orden mundial, luego de la Guerra Fría, trae consigo una ampliación cada vez mayor de las fronteras. El comercio, la inversión, el desarrollo de la tecnología y la expansión de la democracia, dan una sensación de libertad y prosperidad creciente. En ese sentido muchos autores ubican el surgimiento de la delincuencia organizada en los denominados “delitos de cuello blanco”. Esta teoría fue desarrollada por Edwin Sutherland, en 1939, al cual definió como el delito cometido por una persona culta, respetable y de alto status social.

De esta manera el rol de las ciencias penales y la criminología es otorgar un espacio a estos delitos, atribuyendo penas y sanciones de crímenes atribuidos a la delincuencia organizada, narcotráfico, trata de personas, contrabando, entre otros casos. Los estudiosos del derecho ven que es innegable la relación de los delitos de cuello blanco, económico o corporativo, y el crimen organizado, en el fondo el delito de cuello blanco es el mismo crimen organizado en si mismo. Su realización presupone una necesaria organización, formal o informal, influenciada por el auge y la bonanza de empresas industriales y comerciales.

Aunado a esto, en muchas partes del mundo, modelos de administración del estado fallidos, crisis políticas, conflictos sociales, la falta de control de la autoridad y pésimas políticas de seguridad publica, han llevado a un progresivo debilitamiento del poder del Estado y de las estructuras de control social. En algunos casos, se han producido situaciones próximas al colapso de las instituciones del Estado, generando nuevos escenarios de impunidad donde la legalidad no tiene oportunidad y se convierten en situaciones de barbarie, tal como se puede ver en países del continente africano o del medio oriente. Al respecto, no es ningún secreto el efecto nocivo de la combinación perversa, del binomio crimen organizado y terrorismo, especialmente si existen posibilidades de adquirir armas de destrucción masiva.

El fenómeno delictivo organizado en su faceta internacional, no sólo aprovecha las vulnerabilidades de los países más desfavorecidos del mundo globalizado, sino que por igual, accede a países altamente desarrollados del primer mundo en busca de escenarios y mercados en los cuales implantarse y desarrollar sus actividades lucrativas es tarea fácil, pues no hay que olvidar que su enriquecimiento responde a una demanda de bienes y servicios ilícitos. Desde una mirada mundial, la delincuencia organizada transnacional ha experimentado un acelerado salto cualitativo, transformándose hasta alcanzar la categoría de amenaza estratégica.

Ante esta coyuntura, es necesario comprender que ningún país puede enfrentar de manera aislada los embates de los problemas del mundo actual. Parece indiscutible que debe avanzarse en la construcción de un orden internacional basado en el multilateralismo efectivo, en la búsqueda de un solo objetivo estratégico beneficioso para el conjunto mundial. La obtención de la unificación mundial en torno a estos avatares, comienzan con la consecución de medidas regionales primero, para discurrir en soluciones globales. VIVIMOS EN UN MUNDO CON NUEVOS PELIGROS, PERO TAMBIÉN CON NUEVAS OPORTUNIDADES