Cultura Colectiva
¿Cómo combinar la filosofía con una trama estudiantil sin caer en el aburrimiento ni en los clichés? La serie catalana conquista a Netflix en América Latina
Un profesor que enamora a sus estudiantes con sus métodos creativos, el maestro villano que lo detesta, el chico guapo del instituto y el incomprendido. A primera vista, Merlí puede parecer una serie llena de clichés repetidos hasta el hastío por otras producciones cuya trama gira alrededor de la vida y dificultades de un grupo de adolescentes mientras cursan el bachillerato; sin embargo, se trata de uno de los mejores ejemplos de que tanto un lugar común —la vida estudiantil—, como un tema tan vilipendiado y considerado aburrido por el público —la filosofía— puede atraer la atención de una audiencia de adolescentes y adultos por igual y dejarles algo más que horas en el sofá en el camino.
En Merlí no hay discusiones filosóficas serias, ni una explicación profunda de conceptos o corrientes del pensamiento. Para todo eso existe lugar en las aulas, cátedras y bibliotecas, pues el camino para saber de filosofía no conduce precisamente a mirar una serie de televisión diseñada para el entretenimiento que se convirtió en un éxito de la misma magnitud en España como en América Latina, donde recién llegó de la mano de Netflix.
En su lugar, la serie catalana exhibe portentosa y humilde su mayor acierto: poner a la filosofía en el centro del debate y sacarla tanto de la concepción académica y la pedantería intelectual —que la guían a encerrarse en universidades, congresos y bibliotecas sólo para ser comprendida por unos cuantos privilegiados—, como de los comentarios trasnochados de políticos, empresarios y otros personajes que manejan el mundo y afirman con sobrada seguridad que “no sirve para nada” y debe desaparecer. Aquí encontrarás algunas de las lecciones más importantes que nos dejó Merlí:
Duda de todo lo establecido
“La filosofía sirve para reflexionar y cuestionarse las cosas, a lo mejor por eso se la quieren cargar, la encuentran peligrosa”, afirma el protagonista frente a su nuevo grupo. “Es poner patas arriba todo lo que damos por sabido”, remata Merlí, quien enseña a sus alumnos a mirar la vida con un ojo crítico y especialmente, a dudar de aquellos discursos que vienen desde una posición de poder o privilegiada. Sea de sus maestros, de sus padres o del propio titular de filosofía, una de las lecciones más importantes del profesor está en dudar de todo lo establecido.
–
A veces es necesario romper las reglas
A lo largo de la serie, los estudiantes se enfrentan a problemáticas propias de su edad y al mismo tiempo, a conceptos tan complejos como la justicia y equidad. Merlí enseña al grupo a cuestionar la moral que les han inculcado y demuestra con ejemplos prácticos cuán relativos son los binomios bueno-malo, éxito-fracaso y, aún más: a hacer trampa para el valor de solidaridad y trabajo en equipo.
–
Sé crítico y piensa por ti mismo
“¿Les parece bien lo que sus padres les han inculcado creyendo que es lo mejor para ustedes? No dejen que nadie les imponga la manera de pensar. Ya son lo suficientemente grandes como para pensar por ustedes mismos”. Merlí lleva a sus alumnos a dudar de todo, incluso de los valores de familia y las reglas que impone la sociedad en general. El escepticismo es una actitud propia del pensamiento crítico y el protagonista se preocupa constantemente de que sus alumnos aprendan a pensar por sí mismos.
–
El sistema educativo está podrido
“Estoy hasta los cojones de la gente que dice que la filosofía no sirve para nada. Parece que el sistema educativo ha olvidado las preguntas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Ahora sólo importa: ¿Qué empresa montamos?” Ciertamente, la filosofía —como el resto de las humanidades— es una de las asignaturas más golpeadas en los planes de estudio a nivel mundial. La reducción de horas de estudio de materias antes consideradas relevantes, frente a temarios únicamente enfocados en la técnica y su utilidad desde el punto de vista laboral, es una aguda crítica desde la serie al estado actual de la educación alrededor del mundo.
–
Los estudiantes no son estúpidos
“En contra de lo que piensa mucha gente, los adolescentes no son tontos… lo que pasa es que están dormidos, no levantan el culo de la silla si no es porque les han cogido el móvil”. Así define Merlí a su nuevo grupo en su primer día de clases. El profesor les hace saber que tienen juicio propio, también una voluntad y deseos para hacer cualquier cosa que propongan, a diferencia de la abrumadora mayoría que ve en ellos únicamente a un sinfín de adultos a «medio hacer» o un grupo de idiotas que no sabe qué quiere de la vida.