Entre enero y marzo de 1935, diez y siete mil hombres del ejército de Bolivia y quince mil del ejército Paraguayo se enfrentaron en cruentas acciones bélicas en la batalla de Villa Montes. Las tropas bolivianas en la defensa y los paraguayos en su intento de toma del fortín durante la guerra del Chaco.
El Comandante del ejército paraguayo Félix Estigarribia anhelaba terminar la guerra con la conquista y ocupación de Villa Montes. La defensa de Villa Montes estuvo comandada por el legendario Gral. Bernardino Bilbao Rioja. Bajo la consigna de que: ¡¡ “no pasarán” !!, las tropas bolivianas impidieron la toma de Villa Montes. Ante la ofensiva paraguaya, el Comando del Ejército de Bolivia, consideró replegarse a Entre Ríos y envió a Tarija los materiales y elementos que no tenían necesidad indispensable de permanecer en Villa Montes. A fines de marzo de 1935, cuarenta y cinco mil hombres conformados por reservistas y voluntarios reclutados a través de un llamamiento general emitido por el Gobierno “para salvar la patria”, fueron distribuidos en 36 regimientos de primera línea, 4 regimientos de zapadores, 3 batallones de ametralladoras pesadas, 17 baterías de artillería, escuadrones divisionarios y unidades de comunicaciones. Se combatió y derramó sangre durante sesenta y seis días en diferentes frentes de batalla impidiendo el objetivo del ejército paraguayo de tomar Villa Montes y apropiarse de los campos petroleros. La ofensiva boliviana para recuperar el territorio ocupado por los paraguayos desde enero de 1935, se inició al amanecer del 16 de abril de 1935.
Durante la Guerra del Chaco (1932-1935), Villa Montes fue escenario del conflicto bélico con Paraguay e importante en la línea logística boliviana por sus depósitos de armamento y municiones, talleres, oficinas de Comando y hospitales de campaña. Durante el desarrollo de la última fase de la guerra, de enero a junio de 1935, el fortín Villa Montes fue el núcleo principal del sistema defensivo boliviano en el Chaco. La defensa para evitar que Villa Montes cayera en poder del Ejercito Paraguayo, se encargó al Cnel. Bernardino Bilbao Rioja.
El mando del ejército boliviano ante la ofensiva paraguaya consideró trasladarse a Entre Ríos y envió a Tarija el material no indispensable de permanecer en Villa Montes.
Luego de la destrucción del Segundo Ejército boliviano a fines de 1934 y como efecto de la movilización general decretada por el Presidente Tejada Sorzano en diciembre de 1934 se constituyó el Tercer Ejército boliviano que con sus 36 regimientos duplicó al que tuvo Bolivia un año antes y alcanzó por tercera vez una superioridad masiva sobre el ejército paraguayo. Esta superioridad en hombres y medios le permitió a Bilbao Rioja, en actitud defensiva, resistir el ataque paraguayo realizado a partir del 13 de febrero de 1935.
Casa de Gobierno de Villa Montes y sede del Comando del Ejército Boliviano en campaña. Villa Montes. 1932
El 19 de abril de 1935, aprovechando la ofensiva boliviana en el sector central, las fuerzas de Bilbao eliminaron el bolsón creado por los paraguayos en su ataque del mes de febrero recuperando Tarairi.
El General Estigarribia, Comandante General del ejército paraguayo, anhelaba terminar la guerra con Bolivia, con la conquista y toma de Villa Montes, determinación coincidente con los consejos del Estado Mayor del ejército Argentino que lo asesoraba. Habiendo llegado sus tropas al río Parapetí y a los pies de la serranía del Aguaragüe, casi todo el Chaco estaba bajo su control y el ejército boliviano arrinconado y de espaldas a la serranía. Solo le faltaba la reivindicación del triángulo de tierras bajas que el ejército boliviano defendía delante de Villa Montes. La caída de este fortín tenía forzosamente que determinar la conclusión de la guerra, puesto que era el escenario de la actividad bélica boliviana.
Villa Montes era la sede del Cuartel general del Comando Superior, a la vez que el Comando del Sector Sur, asiento de la Jefatura de Etapas con sus intendencias y maestranzas, base de la sanidad, además de población donde transitaban las tropas, entrando o saliendo del Chaco, emboscados de todas la categorías, proveedores, comerciantes, burdeles y prostitutas. La defensa de esa plaza era decisiva para el ejército boliviano. Un nuevo repliegue era imposible. La “chalana” o trasbordador que hacia el servicio entre San Antonio y San Francisco en el río Pilcomayo, era el único medio con el que se contaba para el cruce de sus aguas de una a otra orilla.
LA DEFENSA ERA DECISIVA UN NUEVO REPLIEGUE IMPOSIBLE
El puente que se construía kilómetros más arriba, en el primer angosto, recién iba a quedad concluido tres meses antes de la conclusión del conflicto. La historia del puente era la historia de la imprevisión civil y militar en la conducción de la guerra. El ingeniero Roberto Arce luchaba desde enero de 1933 contra la miopía oficial para hacer de esa obra una realidad. Aunque la construcción había sido aprobada por el gobierno en mayo de 1933, las dificultades en el transporte de material, el paludismo que afectaba a la zona y los escases de trabajadores que fueron llevados a las trincheras demoraron su conclusión hasta marzo de 1935. Ante el peligro de la caída de Villa Montes a manos del ejército paraguayo, el comando militar boliviano ordeno la colocación de explosivos en las fundaciones del puente para hacerlo volar en caso de abandono del fortín. En diciembre de 1934 con el puente aún inconcluso, de producirse un desastre en la línea defensiva de Villa Montes, se habría necesitado que la “chalana” trabajara siete días y siete noches sin interrupción para evacuar el mínimo de tropas necesario para la continuación y defensa del pueblo. El dilema era claro: defender Villa Montes sin ninguna claudicación o el Paraguay tomaba el fortín e imponía la paz en las condiciones que mejor le parecía.
El tronar del cañón a 12 km y la incertidumbre de si las medidas de defensa resistirían el ataque paraguayo, el Comando en Jefe del ejército boliviano consideró también trasladarse a Entre Ríos, es decir seguir retrocediendo, determinaron alejar hacia Entre Ríos y Tarija los materiales y elementos que no tenían necesidad indispensable de permanecer en Villa Montes. El Comando en Jefe del ejército boliviano considero también trasladarse a Entre Ríos, es decir seguir retrocediendo, pero con el transcurso de los días se fue mostrando la solidez material y moral de la línea de defensa y se optó por parapetarse en San Antonio, en la orilla sur del Pilcomayo. Bilbao Rioja responsable de la defensa de Villa Montes impuso su temperamento y transmitió a las tropas a su mando el aliento, ánimo y valor para defender la patria a costa de la propia vida. Todo lo innecesario fue enviado a Tarija y el fortín asumió un carácter netamente militar, austero y disciplinado.