En la orilla sudoeste del río, se colocó a la Cuarta División, que se componía de los Regimientos Pérez y Pilcomayo con cuatro baterías de artillería. Su misión era proteger al territorio entre D´Orbigny a Irua. La artillería se dedicó amagar los caminos que podía usar el enemigo en la otra orilla en su aproximación a Villa Montes.
Artillería boliviana en preparativos para la defensa. 1934
El 16 de enero la artillería paraguaya dirigió su fuego contra las baterías bolivianas, generando un duelo espectacular entre cañones 105 y 75 mm. En esta confrontación murió el Comandante boliviano de la batería Subteniente Bernardo Soria Galvarro, dos soldados, además de un cañón perforado y dos camiones inutilizados. Las trincheras construidas para la defensa de Villa Montes en la orilla norte del rio se extendían desde Irua hasta la serranía de Caigua en una línea de 43 km.. La aproximación paraguaya fue cautelosa, tiempo que permitió al Comando del ejército boliviano preparar la defensa, cavar profundas trincheras con techos para protegerse de la metralla, tender alambradas, colocar cercos con espinas y estacadas de púas, emplazar observatorios de artillería sobre árboles y construir reductos para ametralladoras. Como se suponía que en enemigo no tardaría en tomar contacto e iniciar acciones, se hizo una primera línea o velo provisional cuatro kilómetros delante para contener las patrullas de exploración.
La aviación boliviana constató que el Tercer Cuerpo paraguayo todavía se mantenía alejado, se optó por convertir la línea de velo, en línea principal conservándose la de más atrás para un caso de emergencia, La primera línea de defensa de Villa Montes estaba constituida por los Regimientos Ayacucho, Santa Cruz, 31 de la Octava División, Abaroa 2 de Caballería y el Grupo Arteaga, Primera División de Caballería. Detrás, como reserva en caso de ser fragmentada la primera línea se instalaron los Regimientos Sucre, Loa, Aroma Primera División de Infantería, con los grupos de artillería 1 y 3. Los once regimientos y dos grupos de artillería alcanzaban a más de 17.000 hombres, provistos de 1.200 ametralladoras, 43 morteros y 32 cañones. Frente a este despliegue del ejército boliviano el Comandante paraguayo Félix Estigarribia aproximo su Primer y tercer Cuerpo de su ejército, con 16 Regimientos distribuidos en 6 Divisiones, haciendo un total de más de 15.000 combatientes.
Hasta el 11 de febrero de 1935 las fuerzas paraguayas hicieron su aproximación a los puntos alcanzados por sus patrullas y comenzaron el tanteo de la línea de defensa boliviana en busca de su punto más débil. El día 13 de febrero la presión se dejó sentir contra los Regimientos Campos, Ayacucho y Cochabamba.
Tropas bolivianas en trincheras para la defensa de Villa Montes. 1934
El día 14 ocultando sus movimientos bajo una torrencial lluvia, los paraguayos sorprendieron a los retenes de cantinelas del Regimiento Abaroa y se colocaron en posición de apronte a pocos metros de la línea principal de defensa. El día 16 una concentración de morteros paraguayo preparó el asalto y la infantería se lanzó armada de machetes y granadas de mano.
El Regimiento Abaroa retrocedió ante el impacto y el frente de defensa quedó roto en una extensión de tres kilómetros. El Regimiento Chorolque, parte del Campos y el mismo Abaroa, formaron un bolsón para evitar que la penetración fuera más profunda. Las baterías del Grupo de Artillería 8 colaboraron eficazmente sin detener al enemigo, acortando sus tiros hasta 25 metros del despliegue boliviano. Durante tres días el ejército paraguayo atacó intensamente ejerciendo presión contra la defensa de Villa Montes. El 20 de febrero Estigarribia quiso definir la batalla y ordeno destrozar las defensas a cualquier costo a fin de abrir un boquete que permitiese la irrupción hasta Villa Montes. Tres ataques fueron contenidos sin cambiar la situación. Al finalizar la jornada, un cuarto y desesperado asalto paraguayo forzó a las Compañías Peñaranda y Aparicio del Regimiento Campos retroceder cien metros, donde se volvió a hacer resistencia con pequeños refuerzos reunidos en circunstancias angustiosas. En el extremo izquierdo, ese mismo día, una facción paraguaya trató de cruzar el río Pilcomayo para dar un golpe mortal a la Cuarta División Boliviana, pero fue descubierta y obligada a retroceder.
Para la defensa de Villa Montes el Alto Mando Militar del ejército boliviano estableció una línea de defensa de 31 km de trincheras desde la ribera del Pilcomayo hasta la serranía de Aguaragüe, en la cual a fines de marzo de 1935, participaron 45 mil hombres, conformados por reservistas y voluntarios reclutados a través de un llamamiento general emitido por el Gobierno “para salvar la patria” , los cuales fueron distribuidos en 36 regimientos de primera línea, 4 regimientos de zapadores, 3 batallones ametralladoras pesadas, 17 baterías de artillería, escuadrones divisionarios y unidades de comunicaciones. Se combatió y derramó sangre durante sesenta y seis días en diferentes frentes de batalla impidiendo el objetivo del ejército paraguayo de tomar Villa Montes y apropiarse de los campos petroleros. La ofensiva boliviana para recuperar el territorio ocupado por los paraguayos desde enero de 1935, se inició al amanecer del 16 de abril de 1935
TOMAR VILLA MONTES Y ACABAR LA GUERRA
El General Estigarribia, Comandante General del ejército paraguayo, anhelaba terminar la guerra con Bolivia, con la conquista y toma de Villa Montes, determinación coincidente con los consejos del Estado Mayor del ejército Argentino que lo asesoraba. Habiendo llegado sus tropas al río Parapetí y a los pies de la serranía del Aguaragüe, casi todo el Chaco estaba bajo su control y el ejército boliviano arrinconado y de espaldas a la serranía.
Artillería paraguaya en apronte para el ataque a Villa Montes. 1934
Solo le faltaba la reivindicación del triángulo de tierras bajas que el ejército boliviano defendía delante de Villa Montes. La caída de este fortín tenía forzosamente que determinar la conclusión de la guerra, puesto que era el escenario principal de la actividad bélica. Villa Montes era una plaza importantísima para nuestro ejército. Era el equivalente a Isla Poi y Camacho en el lado paraguayo. Su perdida significaba para Bolivia la derrota definitiva en la guerra y la perdida de la totalidad del chaco, incluyendo las áreas petroleras. Por esa razón, Estigarribia dirigió hacia allí sus 1º y 2º Cuerpos de su Ejército, esperando conquistarla. La marcha de aproximación fue realizada siguiendo dos direcciones por Ibibobo y Capirenda.
En medio de la ofensiva paraguaya arribo a Villa Montes el Presidente Tejada Sorzano para interiorizarse de la situación y ratificar su decisión anterior en la conformación del Comando Superior: Peñaranda, Comandante en Jefe y Toro, Jefe de Estado Mayor. Fue meritorio por parte de Tejada Sorzano que en su corta gestión no interfirió el accionar de los mandos militares, lo cual no dejo de ser un factor positivo más para la reversión de las circunstancias que se vivían. Para mediados de enero todas las unidades paraguayas estaban listas para el ataque desde sus posiciones de partida, seguras de un nuevo y definitivo triunfo.
16 DE ENERO DE 1935: PARAGUAY INICIÓ LA OFENSIVA PARA TOMAR VILLA MONTES
La batalla comenzó el 16 de enero con un espectacular duelo de artillería en el sector de Irúa -camino a Ibibobo- del cual la paraguaya salió muy mal parada, no pudiendo jugar papel destacable en el resto de las operaciones. Las dos semanas siguientes se fueron intensificando los reconocimientos en fuerza y ataques con objetivos limitados, en procura de seleccionar el punto sobre el cual se dirigiría el ataque principal. Entretanto, el 2º Cuerpo paraguayo que atacaba por el norte, irrumpió hasta chocar con las serranías, capturando poblaciones como Macharetí, Yoay y Boyuibe, cortando -además- el camino carretero que comunicaba al sector sur con el Sector Central -Villa Montes con Camiri-. Quedo así interrumpida la comunicación entre los diferentes cuerpos del ejército boliviano, por lo que cada sector comenzó a operar independientemente. Los ataques masivos contra las posiciones del perímetro defensivo de Villa Montes comenzaron el 5 de febrero y fueron arreciando de a poco hasta que, el 16, consiguieron los paraguayos penetrarla línea creando un bolsón de cinco kilómetros de ancho y siete de profundidad en el sector de Caigua, dentro del cual se librarían sangrientos combates durante el mes siguiente.
Empero, el 22 de febrero se desarrolló el más duro encuentro a lo largo de la quebrada de Igüiraru, en el cual las formaciones guaraníes después de arrollar las primeras de seguridad se estrellaron de nuevo contra la línea de resistencia, sin conseguir su objetivo. Una y otra vez lo siguieron intentando; mas, el comandante boliviano, Cnl. Bilbao Rioja – el mismo al igual que en kilómetro 7- no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer. El lema de los defensores: “¡No pasaran”!, era el que había motivado a los “Voluntarios de Alihuatá” más de dos años atrás. Ciertamente, Estigarribia había olvidado las lecciones de su pírrica victoria en Boquerón y sus derrotas en kilómetro 7. A diferencia de los 3.000 jóvenes y bisoños soldados sacrificados ante las ametralladoras de Marzana en 1932; eran de valiosos veteranos, las oleadas que enviaban al matadero de Villa Montes los comandantes de los dos cuerpos paraguayos. Fue por cierto otro desatino mayúsculo, un verdadero despilfarro de fuerzas, máxime si se encontraban – ya- en inferioridad numérica en el sector – 15.000 contra 17.000 hombres -. Nanawa a la inversa y con los mismos protagonistas.
El día 26 de febrero un sereno y confiado Comando boliviano informaba a La Paz: “… la ofensiva enemiga sobre Villa Montes ha sido completamente quebrantada, siendo más que posible que el enemigo no tenga el propósito de reanudarla para insistir en la captura de esta importante plaza, frente a cuyas posiciones dejó miles de cadáveres. Todo deja ver que el enemigo desplaza actualmente su centro de gravedad sobre los sectores de Boyuibe y Parapetí”. Pero no era totalmente cierto. Los ataques se sucedieron interrumpidamente, durante el resto de la semana.
Fusileros bolivianos defensores de Villa Montes. 1935
El 3 de maro se encomendó al escuadrón del Grupo Arteaga y a una Compañía del Regimiento Cochabamba salir a su frente para comprobar la densidad de la línea paraguaya, tomar prisioneros y apoderare del material. La escasez de los efectivos utilizados hizo que el golpe de mano no diera resultados. Las fracciones empeñadas volvieron a sus trincheras protegidas por la artillería y el Regimiento Santa Cruz fue enviado en otra aventura similar, logrando romper la línea del regimiento paraguayo “2 de Mayo”, penetrando hasta un kilómetro de su retaguardia y volver con un botín de ametralladoras, fusiles y munición.
Tomada en cuenta la pasibilidad que mostraba el enemigo de que hubiese retirado tropas a otro sector, el Comando boliviano dispuso la reconquista del bolsón cedido el 16 de febrero en la zona de Caigua. La maniobra estuvo a cargo de los regimientos Sucre y Santa Cruz que debían atacar la base derecha del bolsón para copar a las tropas paraguayas. El Regimiento Chorolque ayudó presionando por la laguna M-6 junto con la artillería, la operación se ejecutó el 16 y 17 de marzo. Al amanecer del primero de esos días los regimientos Sucre y Santa Cruz avanzaron de forma paralela chocando una hora después con los puestos enemigos, venciendo su resistencia y prosiguiendo su marcha. Los regimientos paraguayos amenazados por sus espaldas se replegaron ante la progresión boliviana
Contenidos esos y otros asaltos de los días posteriores, no pudo evitarse la penetración enemiga al norte del perímetro de Villa Montes, las cumbres de las serranías circundantes a la localidad de Tigüipa. Para necesidades logísticas se abrió, apresuradamente, un camino por detrás de la serranía del Agüaragüe que llegaba hasta el Puesto de Comando del Sector Central, ubicado en Cuevo. Después de haber desgastado suficientemente al atacante, el 1er Cuerpo del ejército boliviano realizo el 16 de marzo un fuerte contraataque, recuperando el bolsón de Caigua y tomando numerosos prisioneros. A este lado del campo atrincherado, la moral de lucha por los éxitos recientes se había multiplicado. El conocimiento del sacrificio, en Igüiraru, de la “Sección de Hierro” (compañía Peñaranda del RI-6”Campos”) al mando del suboficial Félix Méndez Arcos, vino a incrementar ese estado de ánimo.
La máquina guerrera boliviana funcionaba bastante bien. La artillería, por vez primera en la campaña fue empleada científicamente con varios grupos de artillería que reglaban sus tiros, concursándolos gracias a una adecuada preparación topográfica. La masa de fuegos así lanzada causo estragos contra las oleadas de tropas que entraban al asalto, llegando a silenciar también las bocas de fuego del atacante con certeros fuegos de contrabatería. Nada, ningún esfuerzo parecía rendir resultados la Ejército guaraní. Sus muertos superaban ya a los 3.000 y los refuerzos que enviaba Asunción al frente de batalla entre estos, adolecentes, ancianos y heridos restablecidos, no podían llenar ni la mitad de los espacios abandonados. A las tropas paraguayas nunca les faltó coraje, arrojo y feracidad. Al contrario, hicieron derroche de el emulando a sus ancestros de sus regimientos Curupayti y Cerro Cora. Mas, nada pudieron hacer contra la férrea voluntad de los defensores de Villa Montes durante esos dos meses de sangrienta lucha
Convencido el Comando paraguayo de la imposibilidad de conquistar Villa Montes, decidió permanecer en espera de los acontecimientos que se daban al norte, en el Sector Central; donde su 2º Cuerpo, desde hacía algunas jornadas, estaba librando una decisiva batalla para tratar de alcanzar el objetivo actual de la guerra para el Paraguay: tomar los campos petroleros, sobre los cuales ya había realizado un intento ofensivo preliminar en el mes de febrero.