Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-Febrero 23/2017) El agua es vida. Esa es una afirmación innegable, y en Tarija, hizo nacer una de las tradiciones más arraigadas de la sociedad, equiparable a fiestas tan representativas como San Roque. En el chorro de la plaza principal vive una tradición de carnaval, y ahí se encuentran guardadas las más divertidas anécdotas de amigos, como los más dulces recuerdos de infancia.
Aquel potente chorro de agua helada, dio origen a las características jornadas de “barras” de los lunes de carnaval. Pronto, este divertido juego, cuya herramienta principal es el balde, se empezó a esparcir por diferentes puntos de la ciudad, dando origen a nuevo puntos de encuentros. La barra Hawai, ubicada en la esquina de las calles Méndez y Bolívar, la Chamuyada en la calle Cochabamba, y la Chocolate forman parte del recorrido de la “mojada” de los lunes. Ésta última, conocida por mojar a los asistentes con un agradable baldazo de agua tibia.
“Los Mañaneros del Chorro, hemos hecho la gestión, ciudadana ante el Concejo Municipal, pidiendo que como se ha hecho con otras barras, se haga un reconocimiento al chorro de la plaza principal dentro de nuestras costumbres y tradiciones”, explicó Jorge Manuel Durán Saavedra, miembro de esta agrupación de amigos, que desde hace años se encarga de mantener viva la tradición de los lunes de carnaval.
El grupo “Los Mañaneros del Chorro” está compuestos por once amigos, que asumieron la tradición de los mayores, con la misión de traspasarla a sus hijos. Salomé Leaplaza, Pablo López, Jorge Frigerio, Francisco Lora, Elías Vacaflor, Perico López, Andrés Ruiz, Pablo Ávila y Marcelo Ávila, son parte de los integrantes de éste grupo, que con mangueras, baldes y la gélida agua del chorro, prometen dejar mojado a todo aquel que ingresa a la plaza.
De acuerdo a una revisión histórica, el chorro de la plaza tiene más de 60 años, aunque se desconoce quién fue el primero en abrirlo. “Un día surgió de forma espontánea”, cuenta Durán, más conocido en la ciudad como “Manuelito”.
Lo que sí es una certeza, es que aquella travesura espontánea, caló en lo más profundo del sentir tarijeño, que desde entonces, lo agenda como una costumbre representativa del carnaval en la ciudad.
“El chorro nace con la familia Ruiz Ávila, cuyos integrantes son conocidos como ‘Los Chafallos’, en la casa donde se reunía toda la juventud en esos tiempos para ir a la plaza y las fiestas”.
Esta fiesta, cuya participación no tiene costo alguno y es motivo de congregación ciudadana como familiar, hace que sea tan especial para los tarijeños, quienes son conocidos en el plano nacional por ser sencillos y hospitalarios.
El agua, la hospitalidad y la alegría, pronto llamaron la atención de ciudades y países vecinos, convirtiendo al carnaval de Tarija en uno de los más populares de Bolivia.
Sin embargo, las tarimas y parlantes con música, desviaron la tradición, atrayendo los vicios al corazón de la ciudad, haciendo que el descontrol explote en el rostro de las autoridades, cual globo de agua. “Nosotros nos oponemos a la tarima. No necesitamos música ni nada. A lo que vamos, es a jugar con agua, a compartir en familia y con los amigos”.
A raíz, de esto, en una entrevista con miembros del Concejo, Los Mañaneros del Chorro pidieron que se pase una minuta de comunicación a la Alcaldía pidiendo que no ponga una tarima con música, pues aquello incentivaba que la ciudad se convierta en un baño público y desvirtúa la verdadera tradición.
“La venta de bebidas empieza después de la una y se hace más fuerte tipo dos de la tarde, cuando llegan los jóvenes. El chorro ya está cerrado a las tres de la tarde, para que no sea una excusa de seguir bebiendo en la plaza”.
Por otra parte, la polémica del derroche de agua durante los días de carnaval, amenazó con frenar esta tradición que ya tiene más de medio siglo, pero Los Mañaneros del Chorro aseguran que no buscan desafiar a la autoridad, ni entrar en contienda con nadie, pero sí quieren una opción alternativa, para no dejar morir la tradición.
“El alcalde nos ha ofrecido poner unas cisternas con agua y en un momento simbólico, abrir el chorro por unos minutos. Aprenderemos a jugar con el agua de las cisternas. No somos defensores del derroche del agua”.
“Consideramos que es un elemento vital que debe ser cuidado”, aseguró Durán, quien afirma que también es parte de la tradición. Pero según su explicación, más agua se derrocha día a día en el trayecto de los canales debido a las filtraciones, que en los diez minutos que esté abierto el chorro.
Más allá del agua, las barras son una fiesta de confraternización que no tiene edad ni clase social. Es común ver a familias que llevan mistela, sándwiches e incluso platos con el tradicional guiso chapaco, para invitar a todo aquel que se asome con un poco de hambre o sed. Después de todo, como dijimos anteriormente, la hospitalidad del tarijeño es su mejor signo distintivo.
Luego de 60 años, el chorro promete mantenerse vivo dentro de la tradición chapaca, ya sea con cisterna, agua de botella, o agua del hidrante de donde siempre se sacó.