Noticias El Periódico Tarija


Gary Antonio Rodríguez Álvarez (*)

El contrabando de importación no es exclusivo de Bolivia y digo “de importación” para distinguir del contrabando de exportación -droga, combustibles, GLP, etc.- aunque ambos tienen una motivación económica: para efectos de subsistencia en la gente pobre y para ampliar su riqueza en quienes han hecho del dinero un Dios y les importa un comino la ley.
El contrabando no es nuevo -es atávico, casi cultural- pues ni la pena de muerte le puso fin cuando hace 190 años así lo decretó el Libertador Simón Bolivar para castigar a los empleados públicos metidos en el delito. Lo doloroso es que para muchos la importación y la venta de productos de contrabando sea un modus vivendi, una tabla de salvación por la falta de empleos dignos y buenos ingresos, y que lo consideren un derecho adquirido al extremo de agredir a la autoridad si interviene.
Ahora, están también los vivos que saben que delinquen y teniendo dinero para trabajar en algo legal, en su angurria por tener más y más, hacen del contrabando su modus operandi a fin de enriquecerse aún más…
Siendo que el contrabando al no pagar impuestos resta recursos al Estado; quita mercados al competir ilegal y deslealmente con la producción nacional y el comercio legalmente establecidos; resta empleos y atenta contra la salud con medicamentos y alimentos sin el control debido ¿algo habría que hacer, no?
En la coyuntura tiene que ver además con el tipo de cambio que en Bolivia no se mueve desde el 2011 mientras el Peso argentino y el Real brasilero se depreciaron más del 40% desde el 2014 -de ahí su abrupta competitividad- y como se dice que en Bolivia no va a subir el dólar, aquí van algunas sugerencias para mitigar su impacto, para que no se diga que no se dijo…
Frente a la alta importación legal: medidas de salvaguardia y paraarancelarias (autorizaciones y registros previos; estacionalidad; requisitos sanitarios, de inocuidad y calidad; nivelación de precios). Frente al contrabando: más efectivos para el COA; militarizar las fronteras; censo de la Dirección de Migración para saber quiénes pueden importar bajo el Tráfico Vecinal Fronterizo (TVF) y, contrainteligencia aduanera.
Para ello la voluntad política es imprescindible, así como para aplicar bien las normas vigentes; eliminar las distorsiones del comercio fronterizo; sancionar al gran contrabandista; dar más presupuesto a la ANB y COA para un mayor control; concienciar que lo barato cuesta caro y que el contrabando es un delito. ¿Quién lo debe hacer? ¡Tarea para la casa!
(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional