Noticias El Periódico Tarija

Gary Antonio Rodríguez Álvarez

Queriendo aportar al esfuerzo anti-contrabando de nuestra Aduana Nacional de Bolivia, la Policía -a través del COA- y el Ejército, pregunté a mis amigos del Face: ¿Qué le dirían a un contrabandista sobre su actividad? Lo hice porque a las autoridades les reclamamos siempre, pero ¿qué del contrabandista? Agradezco la masiva respuesta recibida, aquí está, esta columna es suya…
“¿Sabes que cometes un delito? ¿Te sientes bien siendo contrabandista? ¿Quién comprará tu contrabando si la industria y el comercio legal cierran? ¿Sabes del daño y los despidos que ocasionas? ¿Por qué dañas la economía del país y evades impuestos? ¿Si tus padres fueron contrabandistas, quieres que tus hijos también lo sean? ¿Por qué arriesgas que te decomisen tu mercadería, si igual puedes ganar honestamente? ¿Estarías dispuesto a dejar de robar si el gobierno te diera la oportunidad de estudiar y empezar tu propio negocio? Si temes a Dios, ¿no deberías dejar el contrabando?”, preguntaron.
Pero hubo también reflexiones al contrabandista: “No mates a la producción nacional; paga impuestos para que haya educación, salud e infraestructura; tu mercadería clandestina puede afectar a un productor de tu propia familia; sin contrabando habría más de 100.000 puestos de trabajo formales; el contrabando beneficia a unos cuantos; deja de robar al Estado; no expongas a tu familia, puedes quedarte en la calle; el contrabando es pan para hoy día y hambre para mañana; no hagas competencia desleal; mejor importar legalmente que pagar comisiones por todo lado; deja de dañar al país; ponte los colores de la bandera boliviana; más contrabando implica menos hospitales, escuelas y más discapacitados y ancianos desvalidos; haz recapacitar a otros contrabandistas; es hora de trabajar como Dios quiere, dar al país lo que es del país y a Dios lo que es de Dios”.
No es fácil la solución: hay pobreza, faltan oportunidades y facilidades para ser legal, pero es cuestión de educación también, no solo del contrabandista sino de quienes toleran la venta de productos contrabandeados y de los que los compran.
El contrabando en Bolivia es atávico: para evitar la salida ilegal de la plata del Cerro Rico el Libertador Simón Bolivar no tuvo mejor idea que decretar ¡pena de muerte para el funcionario público involucrado! No se trata de liquidar al pecador, más bien al pecado, aunque hace unos años -viendo a los vivillos burlarse de la Ley y ostentar su ilícita riqueza- cierto Foro planteó la muerte civil para el contrabandista…