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William Wallace nació en Elderslie, en el año 1270 y muere en
Londres el 23 de agosto de 1305. Fue un soldado escocés, de ascendencia galesa, que dirigió a su país contra la ocupación inglesa del Rey Eduardo I de Inglaterra en las Guerra de la independencia de Escocia.

Aquel rebelde murió hace más de 700 años por la libertad y la independencia de su país, y su esfuerzo y su lucha encontró un final que, si bien fue trágico, le sirvió para ser elevado a los altares de la leyenda. Arrastrado por las calles de Londres mientras lo apedreaban y golpeaban, fue después colgado el tiempo justo para que no perdiera la consciencia; después le sacaron las entrañas estando aún vivo, lo decapitaron y, finalmente, lo descuartizaron. Su cabeza fue colgada del Puente de Londres, mientras que sus brazos y piernas fueron llevados por separados por toda Escocia como escarmiento.

Fue una barbarie, pero al mismo tiempo, un gran error de cálculo por parte de los ingleses que lo convirtieron así en mártir y además en héroe. Aquella muerte sirvió para unir al fin a los escoceses bajo las armas de Robert Bruce, antiguo amigo de Wallace, quien acabaría por conseguir la independencia de Escocia.

De William Wallace sólo se conserva su supuesta espada, la cual se halla expuesta desde el año 1888 en una gran urna de cristal en el National Wallace Monument, en Stirling, sobre un tartán del clan Wallace. Es un inmenso mandoble de 1,2 cms. de espesor, de 168 cms. de largo y una hoja de 132 cms. de longitud, del cual no se ha podido certificar su procedencia, pero al que las creencias populares guardan en un profundo y reverente secreto.