Eduardo Claure
La historia de amor entre América Scarfó y Severino Di Giovanni, la figura más importante del anarquismo y el hombre más buscado de los años 20 y 30 en la Argentina, está marcada por la relación que mantuvieron la adolescente anarcofeminista y el militante anarquista fusilado en 1931. Una de las historias de amor más apasionantes de ese país, en un contexto político de lucha obrera, inmigrantes e ideales libertarios. Es la historia de amor, tal vez una de las más polémicas y épicas que se vivieron en ese país a principios del siglo pasado, y que para esa época causó una revolución, por tratarse de la relación entre una adolescente y un hombre casado buscado por la justicia. Ella de 16 y el de 29. Como un cuento popular, que se transmite de generación en generación, la historia de las mujeres anarquistas se va armando, como si fuese un rompecabezas, con datos imprecisos, ausencias referenciales y anécdotas recuperadas a través de relatos orales y con perfiles de leyendas urbanas. Por esta razón, gran parte de estas protagonistas del pasado pierde su carácter trascendental al intentar rearmar sus vidas. Entre esas pioneras que lucharon por los derechos femeninos en el campo laboral, civil, jurídico, educativo y sexual se destaca América Scarfó, una joven anarcofeminista cuya historia se reconstruye a partir de una serie de cartas de amor intercambiadas con el más “buscado criminal” de los años 30, en la Argentina que se construía luego de su “revolución” de los años 29. Esas cartas decomisadas como pruebas de la criminalidad que “asechaba” al orden político de ese entonces, fueron motivo de una búsqueda constante durante más de 60 años, hasta que al fin, fueron devueltas a su propietaria, ya octogenaria, que reivindicó con ese acto de recuperación, no solo la memoria histórica de tan profundo amor, la vorágine que envolvió aquella época, sino lo borrascoso de aquellos sentimientos que encumbraron a una mujer en la palestra por derechos civiles, jurídicos, políticos y humanos que dieron lugar no solo a una historia de amor, sino a una constante inimaginable de búsqueda de libertad dentro de “la libertad del sistema democrático” y otros regímenes autoritarios, que, tras la búsqueda de instaurar una “paz y armonía”, mostraron y ocultaron también, el otro lado criminal del sistema contra los “antidemocráticos”.
Las cartas constituyen uno de los ejes centrales de la narración de aquella historia humana, porque a partir de ellas se conoció la relación entre ambos y una de las multifacetas de Severino, el “anarquista criminal”: un Severino romántico en el sentido más amplio del término. Son más de 40 cartas encontradas y rescatadas por América Scarfo que él le enviaba por canales secretos, las cuales ella debía quemar y nunca destruyó, y las guardaba en la estancia de sus padres que luego en una pesquisa por detener a su padre y hermanos -también anarquistas- le fueron arrebatadas. De esta búsqueda y así, recuperadas tras seis décadas, se convirtieron en la línea central para ahondar en aquella relación, turbulenta, apasionada, perseguida y también protegida por el alma de quienes viven intensamente el amor, aquello inmanente, como un don de vida: la libertad de amar y la libertad en sí, a pesar de todo. Muchos fragmentos de aquellas cartas están relacionados con los momentos más emblemáticos y representativos de esa relación y de los momentos históricos que estaban atravesando Europa y Argentina en esa época, como es el caso del fusilamiento de Sacco y Vanzetti, otros dos anarquistas italianos de cuyo tañido político y su influencia en nuestro continente se ha escrito muchísimo: las banderas negras. La devolución de aquellas cartas sesenta años después de un largo y penoso peregrinar, fue un acontecimiento de reivindicación humana, pues ella, América, era la dueña de esas cartas, eran de su propiedad, de su vida, de su amor. No podían quedar “decomisadas” como prueba política. Le pertenecían a ella, a América, a Severino y, a la historia del anarquismo en la argentina y el mundo.
América Scarfó, de 14 años, se enamoró de Severino Di Giovanni, que no sólo la duplicaba en edad, estaba casado y tenía tres hijos sino que, además, era considerada la figura más emblemática del anarquismo, y, era el hombre más buscado de la Argentina. Su relación se plasmó en encuentros clandestinos, cartas de amor y un proyecto político de bases libertarias, interrumpido por el fusilamiento de Severino Di Giovanni. Estas máximas, nos muestran una de las historias de amor más apasionantes de la región, en un contexto político de lucha obrera, inmigrantes e ideales libertarios, en una “bella época” europea, en la que Gardel aún no era efigie en el Gran Buenos Aires, menos Perón.
Severino Di Giovanni, un romántico anarquista nacido en Italia el 17 de marzo de 1901, comenzó su militancia anarquista a los 19 años, al mismo tiempo que en Italia se producía el ascenso del fascismo de Benito Mussolini. Casado y con tres hijos, se exilió en la Argentina. En 1927, manifestaría su solidaridad pública por el arresto y ejecución de Sacco y Vanzetti. Luego de denunciar con dureza la represión y torturas producidas por la dictadura de José Félix Uriburu, que había derrocado a Hipólito Yrigoyen en 1930, fue capturado y fusilado el 1 de febrero de 1931 por aquella dictadura. Por otro lado, los padres, inmigrantes también, le pusieron a ella el nombre de América porque era la primera hija nacida en estas tierras. Josefina América. Todavía niña, recitaba los textos de Bakunin que le pasaban sus hermanos mayores, de ahí su formación autodidacta en las bases del anarquismo. América, luego de la desaparición forzosa de su gran amor, se dedicó a atender los hijos de Severino Di Giovanni, trabajó en una imprenta y editora “política”, para luego, refugiarse en el anonimato hasta su fallecimiento, en Buenos Aires en agosto de 2006.
El anarcofeminismo y las bases para la revolución sexual, tienen en América Scarfó una de las pioneras del movimiento anarcofeminista -aunque muchos historiadores sólo la reconocen como la compañera de Di Giovanni-, que irrumpe en el Siglo XX poniendo en marcha un proceso cultural alternativo de ruptura del sistema ideológico vigente. Nacida en el seno de una familia de inmigrantes de clase media, América compartía ya en el final de su infancia las ideas anarquistas con sus hermanos Paulino y Alejandro. Fueron ellos quienes llevaron a Severino a vivir a una habitación desocupada en el fondo de la casa familiar. Un allanamiento policial puso en alerta a los padres que descubrieron la verdad sobre Severino y le pidieron que abandonara la vivienda. Junto a él, partieron los dos hermanos. América se convirtió en el único nexo entre ellos y su madre. En esas visitas, ella y Severino tuvieron la ocasión de comenzar una relación sentimental. Mientras tanto, América reflexionaba acerca de la realidad que vivía, participaba de discusiones teóricas y se afirmaba en la causa libertaria. Fue una anarquista comprometida con los temas que interpelaban a la sociedad. Su juventud, madura y apasionada por la lectura: un ejemplo, casi proverbial.
El anarquismo, en esas épocas, fue muy fuerte en el Río de la Plata pero la dictadura de Uriburu la reprimió fuertemente. Por eso debe rescatarse la otra historia, la de aquellos que fueron signados por la sociedad como violentos. Rescatar la relación de América y Severino para rescatar en la mirada de estas personas asesinadas o arrinconadas en el anonimato por un sistema que invisibilizó o estigmatizó sus ideales libertarios.
¿Por qué América se refugió en el anonimato tras la muerte de Severino y Paulino su hermano también fusilado? ¿Cómo siguió su vida tras la tragedia que vivió?, y la respuesta es que ella no paró nunca de estudiar porque pensaba que esa era la única forma de ampliar su mente y de defender sus ideales, incluso hasta su muerte, sucedida a los 93 años.
Hoy en día la política, sin duda apasionada, muestra algún ejemplar que dé su vida por sus ideales o por los demás..? Esta es una historia de amor que terminó en tragedia en un contexto de revolución y la anarquía contra el fascismo de Mussolini. Ellos luchaban por un ideal, y su romance era un todo orgánico desde lo íntimo, lo político y lo social. Dieron todo por sus creencias, su ideología y su vida, sin dejar de pensar -a su modo- en los demás.