Fuente: BBC
Todos sabemos que para escribir bien en español necesitamos de la ortografía, ese conjunto de reglas del idioma escrito que muchas veces de niños -y hasta de adultos- nos han traído dolores de cabeza, pero que nos ayuda a entendernos y tener estándares al escribir.
Sabemos que después de la letra m siempre va una b como en la palabra cambio y que luego de la n, se necesita una v, como en invierno.
Pero existe otra parte de la gramática y fonética de la lengua española no menos importante pero sí menos conocida: la ortología.
¿De qué se trata y por qué suele tener menos visibilidad que la ortografía?
Ortología vs. ortografía
El diccionario de la Real Academia Española define a la ortología como la rama de la fonética que establece las normas convencionales de pronunciación de una lengua.
«La ortología es lo que a la lengua hablada, lo que sería la ortografía a la lengua escrita», le explica a BBC Mundo María José Rincón, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua.
«La ortología sería como un tratado en el que se indica cuál es la pronunciación correcta o la forma de emitir correctamente los sonidos de una lengua», añade la filóloga.
La relación entre las letras escritas y sus sonidos es muy cercana en el idioma español.
«Las reglas de pronunciación de las palabras se unieron de forma rigurosa con la ortografía hace siglos, entonces en el español hay una estrecha correspondencia entre el fonema, que es el sonido y el grafema, que es la letra», dice por su parte, el profesor universitario, fonetista y lingüista chileno Eduardo A. Roldán.
«La omisión de un fonema puede oscurecer la expresión oral y echar a perder el pensamiento que el hablante desea comunicar. Ahí está la importancia de la ortología», le dice Roldán a BBC Mundo.
A diferencia del inglés, por ejemplo, en el idioma español hay pocos casos de no correspondencia entre el sonido y la letra. El ejemplo más común es la h. Sin embargo, ella no siempre fue muda.
«La h en un determinado momento sí tenía su sonido en español. Era una aspiración. Pero eso que estaba de moda durante el Renacimiento, dejó de estarlo. Esa h perdió valor y se quedó como un fósil ortográfico», detalla Rincón.
«‘Estoy harto’, pronunciando la h casi como una j no se considera de nivel culto, es un vulgarismo, un ruralismo, una manera de pronunciar coloquial», agrega.
¿Qué es una falta ortológica?
Como dijimos antes, la ortología se encarga de ofrecer pautas de cómo se pronuncian los fonemas.
Por ejemplo no existe en nuestro idioma diferencia alguna en la pronunciación de las letras b y v. Las dos representan en la actualidad el sonido bilabial sonoro /b/.
La ortografía española mantuvo por tradición ambas letras, que en latín representaban sonidos distintos.
Entonces hacer un esfuerzo por «diferenciar la pronunciación de la b y la v es un error ortológico», explica Rincón.
Otro ejemplo común de falta ortológica es la pronunciación de la r.
«En el inicio de las palabras como rosa o ratón se pronuncia una r vibrante doble. Y hay personas que la hacen vibrante simple», agrega la filóloga, que explica que este es uno de los errores más comunes en los niños.
Otro caso de falta ortológica es la omisión en los finales de las palabras.
«Estoy cansao», en vez de «estoy cansado», o «me duele un deo» en cambio de «me duele un dedo».
O la omisión al comienzo de una palabra: «Ta luego», en vez de «hasta luego».
Según explica el profesor Roldán en su ensayo «Sobre la ortología» de 2002, «se encuentran incorrecciones en la articulación de los fonemas vocálicos y consonánticos, como por ejemplo caa (por cada), toavía (en vez de todavía), en la retracción del sonido b con resultado en el sonido g, como por ejemplo güeno (en vez de bueno)».
También existen incorrecciones acentuales como en «NEcesario, oJAla» y faltas en el ritmo y en la entonación, sin respetar el sentido y pausas significativas.
«Estos son problemas ortológicos que la misma comunidad lingüística ha ido aceptando», señala Roldán a BBC Mundo.
¿Un error para todos igual?
Pero lo que para ciertos hablantes del español de algunas zonas puede llegar a ser una falta de ortología, para otros es una forma normal y coloquial de expresarse.
Un ejemplo de ello es la diferencia entre la pronunciación de las letras s, c y z.
«No diferenciar la s, la c y z no es que hablamos mal, es nuestra forma de hablar en América y en ciertas partes de España», asegura Rincón.
«Me voy pal cine», «Le damos palante», son otros ejemplos.
Esta es una pronunciación incorrecta, pero muchos lo dicen así en un nivel coloquial.
«¿La ortología me va a imponer a mí que mientras yo estoy hablando rápido no diga ‘pal’ en vez de ‘para el’?», se pregunta la miembro de la Academia dominicana de la Lengua.
«No hay una normativa ortológica establecida como sí hay reglas ortográficas. Aunque sí tenemos descripción de los sonidos del español», aclara Rincón.
«La b bilabial, sonora, oclusiva es una descripción abstracta del sonido de la b. Yo voy a pronunciar una b y tu otra, mientras no se separen demasiado, sigue siendo la misma b y no es mejor la tuya que la mía», ejemplifica.
Entonces, si la ortología es tan importante como la ortografía, ¿por qué parece que no tuviera tanta presencia en la educación?
Más ortografía, menos ortología
Los especialistas consultados coinciden que en la escuela se le presta menos atención a la ortología que a la ortografía.
«En los tiempos antiguos se le daba mucha importancia a la retórica, se enseñaba a hablar en público, a expresarse correctamente, etc.», describe Rincón.
«Eso se fue perdiendo poco a poco y la enseñanza se fue centrando en escritura y lectura. Y a veces olvidamos que también hay que hablar bien«, añade.
Donde primero se habló de ortología fue en la América Hispana a mediados del siglo XIX de mano del filólogo y político venezolano Andrés Bello (1791-1865), quien escribió varias obras sobre la lengua española.
«Porque probablemente había la conciencia de que la forma de pronunciar los sonidos en Hispanoamérica se estaba desviando, separando de la forma tradicional de pronunciar esos sonidos en el castellano de España», detalla Rincón.
Se pensaba que si se alejaba un poco de la norma española era una degradación del idioma, y por lo tanto había una necesidad de enseñar a pronunciar correctamente el español.
Pero ¿quién dice qué es lo correcto? La respuesta corta: nadie.
No existe una forma correcta de pronunciar el español en un sitio y en otro no.
«Hay mitos de que hay un ideal de lengua. España no puede decir que la lengua castellana es la que se habla bien, como tampoco se puede decir que los peruanos hablan mejor que los chilenos o los colombianos», ejemplifica Roldán.
El profesor dice también que hay preferencias dentro de la enseñanza del idioma materno que dan mayor importancia a la ortografía por sobre la ortología.
«Por ejemplo en el español chileno tenemos muchos vicios articulatorios, flojera articulatoria, y como todos hablamos mal a nadie le llama la atención, pero cuando alguien habla bien, sí que llama la atención», dice.
Pero al evaluar si la ortología debería tener más preponderancia, la filóloga Rincón es tajante: «Personalmente no veo productiva a la ortología».
«Me parece que hay que prestarle más atención a la vocalización, a la expresión oral en público y a que los niños o quienes estén aprendiendo español se fijen en los hablantes cultos del español en su entorno», dice.
«Esos hablantes cultos de seguro no van a tener faltas ortológicas, van a hablar su variedad del español correctamente», concluye.