Por: Luis Fernando Ortiz Daza
La comunicación es un factor fundamental para el cambio de comportamiento de la población, así como es importante el mensaje, se ha de tener cuidado con elegir bien el mensajero. La televisión y las redes sociales adquieren importancia trascendental, para ello deben combinarse los conocimientos sobre el comportamiento humano y la estructuración del mensaje.
Robert Cialdini, psicólogo y profesor en la Universidad Estatal de Arizona, estableció en 2009 en su obra Influencia seis principios básicos para conseguir la influencia social y la persuasión: reciprocidad, escasez, autoridad, coherencia, consenso social y agradabilidad.
En estos días, todos estos principios se utilizan con profusión tanto por parte de las autoridades sanitarias como por los medios de comunicación en su labor de servicio público. El principio de escasez entró en juego al inicio del confinamiento: ante el acopio de barbijos o mascarillas, se lanzaron mensajes de tranquilidad.
En este caso, en Bolivia, las autoridades sanitarias y los medios de comunicación no supieron mostrar una imagen inversa, no se dijo que esto se podía conseguir mostrando imágenes de mascarillas o de gente fabricándolas, asegurando que el abastecimiento estaba garantizado.
Algo parecido pasó con las pruebas y laboratorios de COVID19, pero a la inversa, se prometió mucho, se mostró lo que no había y en cierto momento se tranquilizó a la gente, sin embargo, surgieron problemas cuando se descubrió un negociado que afectó la credibilidad del gobierno y los gobiernos departamentales que echó por tierra la credibilidad en la comunicación.
En ambos casos, mascarilla y pruebas no se garantizó el abastecimiento.
El principio de autoridad se utiliza en estos días cuando, por ejemplo, los epidemiólogos (personas con autoridad en el terreno de las pandemias) ratifican o apoyan las indicaciones de la Administración. Y el de coherencia, cuando se nos indica que tenemos que seguir «resistiendo» el confinamiento teniendo en cuenta lo que «hemos logrado hasta ahora» y subrayando el compromiso personal que hemos adquirido cada uno.
El principio de autoridad no es precisamente el de la autoridad o administración política, es el experto en el tema, es una persona idónea que está a cargo de un comité científico y comunica de manera persuasiva las acciones que debe tomar la autoridad política que se debe abocar a conseguir los recursos técnicos y financieros para un determinado fin. Esta autoridad tiene comunicación con la población y los medios a los que responde sobre temas específicos en base a estudios técnicos y recomendaciones. Por ejemplo, como ocurre en Santa Cruz de la Sierra, la autoridad es el secretario de Salud y en su reemplazo el director del SEDES.
La autoridad no califica el comportamiento de la población, no insulta y toma una posición política o discriminatoria hacia determinado grupo social, al contrario, persuade a la misma a que cambie el comportamiento resaltando lo logrado hasta ahora.
El consenso o la norma social destaca cuando se informa a los ciudadanos de que «lo correcto», «lo responsable» y lo que hace la mayoría de la ciudadanía es respetar el confinamiento y el resto de las medidas de prevención. Lamentablemente en nuestro país, la política ha empañado y desnaturalizado la unión entre bolivianos para enfrentar juntos la pandemia, de manera perversa, sin motivo aparente y desde un inicio el partido del ex gobernante Evo Morales, se ha dedicado a hacer campaña con el desacato a la cuarentena.
Desde el partido se ha informado que el virus era un invento del imperio, que no era más que una gripe, siguiendo los lineamientos populistas de Trump y Bolsonaro se instó al desacato a las cuarentenas, se hizo convocatorias a marchas sin protección y distanciamiento físico. Contaminado el panorama con las elecciones se llegó a decir que la pandemia era un pretexto del gobierno transitorio para prorrogarse en el poder.
Desde el gobierno mismo tampoco hubo transparencia, se hicieron compras y contrataciones a través de intermediarios y se dio piedra libre a ministerios y empresas del Estado para que compren insumos, material médico y de bioseguridad sin haber hecho estudios previos y ver la demanda a través de una autoridad de salud en coordinación con los gobiernos locales.
El gobierno perdió credibilidad y sus intentos hoy de lograr la pacificación caen en saco roto y debe recurrir a la amenaza y la represión en cierta medida justificada por las acciones canallas de persecución política en municipios para cambiar autoridades, para amenazar de quemas a domicilios de concejales en un ambiente enrarecido por unas elecciones que cuentan con poco apoyo de la gente por la desconfianza y el miedo en la población.
Desde el plano psicológico, recurro a una frase dejada en las redes sociales por mi amigo y maestro, Oscar Achá, ex jefe de la carrera de psicología de la UAJMS que dice lo siguiente: “Está claro que el principio de autoridad se ha corrompido y todos actúan como niños sin imagen paterna firme”. La frase se explica sola.
El principio de agradabilidad surge cuando personas «como nosotros», tan asustadas y preocupadas como pueda estarlo cualquiera, se crecen frente a la adversidad. Identificarnos con ellos es una estrategia de persuasión que refuerza nuestro comportamiento.
Finalmente, la reciprocidad, algo que nos está fallando un poco, debe surgir a partir de una manifestación cada día, una especie de rito cuando se «compensa» en forma de aplauso a los servicios sanitarios y, en general, a los servicios básicos que facilitan el confinamiento por el gran esfuerzo que realizan. También cuando estos aplauden a los pacientes por su valentía y esfuerzo por mantener las medidas de protección, entre ellas, el aislamiento.
Quienes ayudan a la comunicación son los personajes populares de los más diversos ámbitos profesionales que aparecen en programas televisivos para, desde su domicilio, transmitir mensajes de solidaridad con quienes «siguen las normas y hacen lo correcto».