Muere Amadeo Raúl Carrizo, una leyenda del fútbol argentino

BUENOS AIRES, 20 MAR

El fútbol y Argentina lloran hoy la muerte de Amadeo Carrizo, el legendario arquero de River Plate fallecido esta madrugada a los 93 años de edad víctima de una prolongada enfermedad. Carrizo no sólo es considerado como uno de los mejores arqueros de la historia sino también como un innovador que le dio una nueva dimensión al considerado como el puesto más ingrato para un futbolista. A tal punto que el Senado nacional instituyó hace algunos años el 12 de junio, fecha de su nacimiento, como el «Día del Arquero», eufemismo utilizado en forma coloquial para graficar, por ejemplo, la fecha de pago de una deuda incobrable. «En un día de dolor para todos los riverplatenses, despedimos con profunda tristeza a uno de los más grandes ídolos de nuestra historia. Sos leyenda, #AmadeoEterno», publicó River Plate, club del cual era presidente honorario. Pero la triste noticia de la muerte de Carrizo, en una Argentina en cuarentena forzada para evitar la propagación del coronavirus, también conmovió al eterno y clásico adversario del club «millonario». «Boca Juniors despide con respeto a Amadeo Carrizo, rival de tantas batallas y leyenda del fútbol argentino, y acompaña a su familia en este momento de tristeza», publicó en su página oficial en Twitter el «xeneize». La partida de Amadeo pareció cerrar por un rato la «grieta» entre los equipos más populares del país luego de la reciente definición de la Superliga que consagró campeón a Boca en una última fecha a la que llegaba un punto por debajo de River. Herida que seguramente habrá sufrido Carrizo tanto como habrá disfrutado de la victoria frente al rival de toda la vida en la final de la Copa Libertadores disputada en Madrid por razones de fuerza mayor en diciembre de 2018. «Se nos fue mi arquero, mi amigo», resumió Ubaldo Matildo Fillol, otra gloria de River que fue campeón mundial con aquella selección argentina que alzó la primera de sus dos Copas en 1978 como anfitriona del torneo ecuménico. «Estoy conmovido, estoy muy dolido. Todo este dolor y esta conmoción me la causó la noticia de que ha fallecido Amadeo Carrizo, un tipo al que admiré toda la vida», confesó el «Pato» en declaraciones a «DeporTV». En su larga y prolífica carrera que lo llevó también a la selección nacional, Carrizo disputó 595 partidos, la mayoría de los cuales con la casaca de su querido River, donde jugó entre 1945 y 1968 y con el que conquistó siete títulos locales. El peor revés con la casaca de la banda roja lo sufrió en la final de la Copa Libertadores perdida ante Peñarol de Montevideo en un partido que River ganaba por dos goles y terminó perdiendo por 4-2, lo que les valió el mote despectivo de «gallinas». Otro duro traspié en su carrera fue la eliminación argentina en el Mundial de Suecia ’58, aunque luego se reivindicaría y, una década más tarde y a los 42 años, estableció un record de 769 minutos con la valla invicta en el arco de River. «Tarzán», como se lo apodaba, supo codearse con glorias del fútbol mundial como el recordado Don Alfredo Di Stéfano, y cosechó elogios de propios y extraños, incluido su colega ruso Lev Yashin, bautizado como «La araña negra». Al igual que Di Stéfano, quien emigró en la primera huelga de futbolistas argentinos a fines de 1948 que incluyó a otras glorias como Adolfo Pedernera, René Pontoni y Néstor «Pipo» Rossi, Carrizo también jugó en Millonarios de Colombia. Fue 15 años después de Don Alfredo (con quien compartió plantel en River a fines de los ’40 en un equipo conocido como «La Máquina»), que para cuando él arribo al club bogotano en 1969 ya había descollado en Real Madrid y estaba retirado del fútbol. Hoy, Millonarios recordó con respeto y con profundo dolor por su partida a un Carrizo que «colgó los botines», o los guantes en este caso, en Colombia, donde también supo entrenar a Once Caldas, allá por 1973. El fútbol argentino se viste de luto en una jornada signada por la cuarentena obligatoria decretada por el gobierno frente a la emergencia sanitaria, lo que complica el traslado de sus restos a Rufino, su ciudad natal en la provincia de Santa Fe. Hasta siempre, eterno Amadeo