Noticias El Periódico Tarija

Eduardo Claure
La vorágine azul de más de un decenio en la política boliviana, generó la mayor desinstitucionalización de las entidades públicas que durante las pasadas casi cuatro décadas de democracia se intentó formalizar, cuando menos. En este mismo periodo en el mundo de la economía globalizada, se ha dado una dinámica que ha favorecido a casi todos los países, especialmente a aquellos cuya economía depende de la exportación de sus recursos naturales a costa de su sostenimiento en términos perdidosos para su futuro. En Bolivia, que se suponía terminaríamos como la gemela de Suiza, se concluye que aquel salto cualitativo, no se ha producido, algunos dirán por culpa del maldito imperio, y, las interminables coyunturas periódicas políticas que en vaivén hacen girar al país de un lado para el otro y viceversa, en una espiral ascendente y descendente, imaginando el común de ciudadanos qué, esa es la razón por la que no existe una Agenda País en marcha, una Visión País en aplicación. Seguramente, la clase política, explicaría con lujo de detalle, que esa posibilidad de país con certidumbre, está a la vuelta de la esquina, si es que a ellos se les otorga esa posibilidad y se les confía las riendas. Sean cuales sean los justificativos que esgriman, lo cierto es que esa acción por la Patria, no existe en sus reales intenciones. Sin ánimo de devaluar aquellas buenas intenciones o desvaríos que pudiesen haberse dado, -según se vea- anotemos algunos elementos ya planteados pero sin desarrollo normativo, aplicación institucional u otros que hacen al desarrollo planteado como concepto por todos los gobiernos que se han sucedido a troche y moche en este periodo democrático qué, sin embargo, nunca salieron a la luz en certidumbre formal en su aplicación, por cuya razón, no existen resultados, ni productos, excepto la otrora estigmatizada “ley maldita”: Ley 1551. Veamos algunos elementos “ausentes”, que deben ser tratados para su aplicación, mejoras o su baja definitiva y que debieran ser parte de una Agenda por Bolivia. Veamos:
La Ley Avelino Siñani, en su pretendida educación plurinacional insistió en la pretensión “descolonizadora” que subordina el conocimiento y la tecnología a la cosmovisión y cultura de los pueblos indianistas. Un proceso retrogrado y en contradicción con los avances tecnológicos de la comunicación y la ciencia para el Siglo XXI enfrentando el reto que es la construcción de la economía del conocimiento; Autonomía y democracia, que configura un transito de la democracia representativa a la democracia participativa, que de hecho es una forma de radicalizar la democracia; Descentralización financiera, con la Ley de Participación Popular se dio inicio a una real descentralización administrativa del país, a partir de la municipalización del territorio nacional, proceso trunco con la Ley 031 Andrés Ibáñez; El Control Social, constitucionalizado, pasó a depender políticamente del gobernante y su fracaso es la elevada e irrefrenable corrupción institucionalizada; Calidad de Justicia, los altos cargos de este Poder del Estado han sido políticos, respondiendo a intereses ajenos a la ley y dejando de ser garantía de transparencia, honestidad y responsabilidad para la administración de la justicia, habiéndose formado a cambio consorcios de jueces, fiscales, abogados y otros cómplices subordinados a la corruptela; Conflictos de limites, la disputa de límites en el país es un tema sin resolución que involucra al 90 por ciento de los 329 municipios y con la pretendida federalización, puede generarse conflictos de limites por la ubicación y distribución de regalías por hidrocarburos y yacimientos minerales. De la Ley 2150 de Unidades Político Administrativas del 2000, se pasó a la Ley 339 del 2013, sin que se atisbe solución alguna en la materia; Cartas Orgánicas Municipales, la mayoría de los 329 municipios no tienen aprobadas sus máximas normas, lo que deja en el vacío y dependencia la aplicación de determinadas acciones municipales para el desarrollo local; Procesos de Planificación del Desarrollo Urbano y del ámbito rural, así como del departamental. El nivel nacional de planificación se reduce a un documento desconectado de los niveles subnacionales y su realidad; La interculturalidad, como elemento para el desarrollo con la llegada al gobierno de Evo Morales y el MAS la política oficial se envolvió en una mezcla ideológica confusa de fraseología indigenista, discursos democráticos y elementos semi-marxistas, combinando todo esto con apelación a la “patria” y a la “bolivianidad”, dentro de la que sobresalía por su persistente retórica, la interculturalidad como política de Estado que supuestamente permitiría responder a las demandas indígenas. Solo hubo secante y perverso racismo y exacerbada discriminación; Construcción de la gobernanza para el desarrollo, se afirma categóricamente que sin la construcción de una gobernanza no hay desarrollo. El termómetro para medir si hay o no gobernanza es el nivel de cumplimiento del objetivo de ésta, es decir, el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, y, esto es precisamente, lo incumplido en todos los niveles de gobierno, nacional y sub nacionales;
Sistemas de regulación del recurso suelo/tierra y agua para su armonía con la flora y la fauna y una reconducción del proceso agrario; Integración de un sistema ferroviario, el Gobierno del MAS se aferró al corredor bioceánico que conectaría Brasil, Bolivia y Perú, pero no se mencionó en absoluto la necesidad de completar la conexión que falta para unir internamente las dos redes oriental y occidental de la ex ENFE y efectivamente hablar recién de un servicio ferroviario de total integración nacional e internacional, al final no hizo ni lo uno ni lo otro, a pesar de los ingentes recursos económicos de la bonanza del 2006 al 2014; Descolonización, masista, peligrosa acción antiboliviana y antirrepublicana, que debe sepultarse por la desconexión que genera con la realidad del Siglo XXI; Nuevo enfoque militar, que custodie la riqueza natural, coopere en su seguridad e integridad, bajo una visión estratégica de su potencial y riqueza nacional; Nuevo modelo de gestión pública, generando Leyes Básicas para un nuevo modelo de gestión pública y administración del Estado, acorde al Siglo XXI y sus desafíos; Nuevo Pacto Fiscal y Pacto Social; Certidumbre de las Reservas Internacionales y el Rol del Banco Central, hasta hace poco manejada discrecionalmente y todavía no auditada ni evaluada; Recursos de las AFP’s y la gestión de estos, transparentar su administración y el destino de 5.000 millones de dólares de los cuales se hizo uso sin que se rindan cuentas de los mismos, ni se sepa su destino; Nueva Ley de Pensiones; Nuevo sistema impositivo; Sanción a Magistrados Vocales del Tribunal Supremo de Justicia, del Consejo de la Magistratura y ex magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional que confrontan procesos ante la Comisión de Justicia y Comité del Ministerio Público de la Cámara de Diputados, según diversas denuncias por una serie de delitos. Éstas no prosperan o son tramitadas con lenta complicidad bajo un visible favorecimiento que ronda los límites de la complicidad; Mutún; Silala y La Haya; Meritocracia y relaciones exteriores; Consenso político, básico para la futura economía boliviana, la economía global está enfrentando una coyuntura muy grave de desaceleración, quizás la más pronunciada de los últimos 25 años. Los impactos serán grandes en todas las economías, lo cual acrecentará aún más la incertidumbre creada por la crisis sanitaria. Apremia construir un consenso político básico entre todas las fuerzas políticas para los tiempos difíciles que vienen;
Auditorias a la corrupción, se han detectado 32 megaobras inútiles o fracasadas del Gobierno del MAS que dilapidaron mas o menos 18.600 millones de bolivianos, más de 2.600 millones de dólares. Bolivia se enfrenta a la pandemia del coronavirus y, es cuando más razonamos por qué, en vez de despilfarrar el dinero en obras inservibles, no se invirtió en un sistema de salud fuerte y eficiente; Justicia a las victimas de las dictaduras sobrevivientes de los golpes militares del periodo 1964 – 1982; La Salud es una cuestión de Estado, el MAS desmanteló los servicios de atención a la salud y la politizó al extremo provocando una precariedad actual, a tal punto que la pandemia del corona virus, pone en riesgo la vida de los bolivianos, este enfoque debe ser prioridad en los cambios estructurales del sistema boliviano de salud; Construcción de una democracia formal, pero, sustancial. En la teoría actual sobre la democracia se habla, por un lado, de la “democracia formal” y, por otro, de la “democracia sustancial”. El principio de aquellos fines y valores que se pretende alcanzar para conformar una democracia sustancial es la igualdad. No solo la igualdad jurídica sino también la “igualdad social y económica” sustanciada por un proceso educativo para la democracia desde la infancia y toda la curricula media y superior; Sexualidad, violencia, VIH sida y drogas, Bolivia tiene los más altos índices de natalidad en adolescentes de 10 a 19 años de edad, como también de violencia sexual y de mortalidad materna debida al aborto clandestino. Cada día se embarazan 12 niñas de entre 10 y 12 años. Los menores están más expuestos a ser víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, violencia de género, abuso sexual, secuestros y feminicidios que agudizan los problemas de adolescentes. El consumo de drogas (alcohol, marihuana y otras sintéticas) en las unidades educativas está aumentando y generando violencia. El VIH sida, Bolivia es el segundo país con el número más alto de nuevas infecciones de América Latina, cada año el número se incrementa en un 20%, urge entonces políticas públicas en programas específicos, que las ofertas políticas electorales del momento actual no expresan;
Cambio Climático, ecocidio, extractivismo, destrucción de bosques en Áreas Protegidas, Parques Nacionales y otros Santuarios Naturales, desertificación, escases de agua potable y para la producción, contaminación de ríos y lagos. Para el 2030 el 90% de la población latinoamericana vivirá en zonas urbanas, aumentando los riesgos de los desastres naturales. Y si se agrega al Caribe, en dos décadas las personas afectadas por éstos subirían de 174 millones a 250 millones. La FAO (Organización de la ONU para la alimentación) informó que las previsiones para el 2035 es que el calentamiento climático subirá en el 4% y se especula que para final del siglo sería del 7%, y que si esto se produce “ningún tipo de vida hoy conocido podrá sobrevivir”, es prioridad entonces, una acción política única para enfrentar estos riesgos ya visibles en el país, la región y el continente. Los derechos de los pueblos indígenas y preservación del medio ambiente saludable que corresponden a los derechos de tercera y cuarta generación, deben ser puestos en vigencia como parte de políticas públicas, nacional y subnacionales, aquí, las crecientes presiones de la crisis financiera no deberían distraer la atención prestada a los temas del medio ambiente y al cambio climático, al contrario, el estímulo fiscal es una oportunidad para impulsar inversiones sostenibles concurrentes: Estado, organizaciones de pueblos indígenas, gobiernos subnacionales, entidades de cooperación y otras de la sociedad civil.
A este paso, cómo encontramos el futuro de Bolivia? El maravilloso altiplano atesoraba grandes riquezas mineras: plata y estaño. Los aventureros de la “españolada” conquistadora se agrupó en las altas mesetas y en los valles, obedeciendo al instinto ciego de la explotación minera que permitió el desarrollo europeo sin limites. Este posicionamiento extractivo dio lugar a la creencia generalizada que hizo de Bolivia un país predominantemente altiplánico en economía y política. El desarrollo temprano de la alta altiplanicie y valles conexos contribuyó a instalar esa imagen geográfica de desarrollo económico casi como un mito descuidado que construyó Bolivia, sin equilibrios, ni compensaciones que solucionen la pobreza territorial en otras latitudes de su geografía, hoy debe tratarse seriamente el concepto político de la complementariedad y sus beneficios sociales y económicos para el país íntegro.
Sin el descubrimiento del metal precioso, la colonización de esas tierras se hubiera visto al menos postergada. El metal blanco llevó al español a esas alturas poco hospitalarias y a la constitución de los primeros asentamientos que con el correr del tiempo, como sucedió en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, terminaron siendo mayoritariamente mestizos pero culturalmente blancos, construyendo una economía de explotación de sus preciosos recursos naturales, que de una u otra forma hasta hoy pervive con el sustento de la economía boliviana. Desde entonces, el rumbo del desarrollo ha estado sujeto a esa mirada extractivista depredadora y nada más, dependiendo de los procesos sociopolíticos que han emergido de esa acción económica al influjo de las corrientes económicas y políticas mundiales, del continente y de la región. Cuándo se gestó un proyecto de desarrollo nacional, propio? Las debilidades naturales del subdesarrollo no han sido superadas y la ausencia de una agenda nacional no ha sido propuesta por la clase política boliviana, salvo expresiones de ideólogos que en su lucidez política e ideológica, plantearon en profusa producción literaria, además, llenas de un alto academicismo de ciudadanos que han transcurrido en procesos de épocas pasadas y construyeron organizaciones sociopolíticas que fueron críticas al sistema imperante de cada era y corriente mundial, que unas veces ligados al poder gubernamental, aún así, no lograron posicionar, ni en empatía ni en colisión con el poder político de turno matizado de colores y signos a cual más variopinto, nunca propios, sino más bien importados, mal asimilados y con profundas deficiencias en su aplicación.

El pueblo quiere un cambio, sin duda, pero los políticos quieren cambio? Pareciese que el ejercicio del poder en términos de hegemonía política paraliza todo proceso de cambio dirigido a modificar para bien la situación social y económica. En política, un cambio debe demostrarse no solo en la estructura institucional y basamentos económicos y sociales del poder político del país, sino también debe expresarse en la distribución de la riqueza, la institucionalidad, el respeto a la ley, la tolerancia, la cultura de paz y la convivencia pacífica, la vigencia de los derechos humanos, el respeto a la naturaleza y la racionalidad del uso de los recursos naturales renovables y no renovables en un marco de los lineamientos ecológicos y medio ambientales, un sistema de salud y educación conforme los retos del Siglo XXI y otros que hacen a lo estructural, como la probidad en la gestión pública, cero corrupción, guerra al narcotráfico, al contrabando, trata de personas y otros. Lo fundamental en la distribución de la riqueza es que esta adquiere una efectiva y sostenida proyección social, acortando la asimetría entre ricos y pobres, solo así el cambio es real y no mera proclama proselitista para los de arriba y su corte de conmilitones palaciegos, tan corruptos los unos como los otros. Esta “distribución” pregonada en el centralismo parece que no se modificará en lo autonómico ni en lo federal. Los ejemplos sobran cuando recordamos esa sentencia bíblica “por sus obras los conoceréis”.

Observando el transcurrir de la historia, la consigna del cambio en los países atrapados en la “revolución”, se verifica que sus cambios dejaron más pérdidas que ganancias estructurales de su economía y sociedad en términos de “justicia social”. Si la ex URSS y sus satélites de Europa Oriental han sido sepultados en el camposanto de la historia, fue a causa de la crónica incapacidad del Socialismo de Estado para alcanzar el desarrollo económico igual o superior al de las potencias occidentales de la época de la “guerra fría”, cuando con EE.UU., Inglaterra, Francia, Alemania y otros países europeos imperaban en el mercado internacional, circunstancia que afianzaba sus posiciones en la trinchera occidental, obligando a los países comunistas a protegerse tras muros de cemento o de restricciones drásticas de los derechos y libertades para opinar, cuestionar y protestar, amén de otras acciones sociales que reivindicaban sus derechos y clamaban porque el Estado cumpla sus deberes y obligaciones normadas en ley. Similar a hoy, no es extraño. A no olvidar que al igual que la ex URSS tuvo su Archipiélago Gulag, Bolivia tuvo su Isla de Coati. Al Stalin ruso tuvimos al San Román boliviano, a la Purga Roja comunista tuvimos la sañuda persecución a falangistas, en vez de proceso de cambio tuvimos tiranía, y así.

En la actual coyuntura, donde bulle la parafernalia electoral, la población se ha manifestado a través de encuestas y otros sondeos de opinión publica respecto de las distintas candidaturas y sus ofertas, sin embargo y a pesar de los esfuerzos de sus campañas, los resultados en dos de estos ejercicios, muestran aún, una señal que los políticos no se explican o bien ocultan lo que saben. La preferencia está dividida y dispersa. No encantan planes, ni caras, ni actitudes, ni emociones. Cómo entonces definirán la opción? Una cosa está clara, Bolivia y su gente es imperturbablemente política y desempata siempre. Dará lugar con voto inteligente o útil, nuevamente, como quiera definirse, sin embargo, dirimirá no porque alguien hubiese convencido, sino porque aborrece las tiranías, las secantes y las encubiertas. El pueblo está señalando lo que la “clase política” no termina de entender, que la propuesta de un “Plan Bolivia” deviene de libertad, y, que la asume como fuerza la cohesión social que el factor político partidario no acepta como la vía inteligente que decante en democracia y desarrollo con una estrategia geopolítica y gestión institucional frente al proceso global sin limites ni consideraciones de ninguna naturaleza, ni regional, continental, ni mundial. Será una definición sin contenidos de clase, ideología, religión, ni pertenencia partidaria, será una definición por un futuro distinto a lo transcurrido, pero previniendo qué, así como puede ser tolerante, tiene un limite, y, la clase política, debe asimilar que sus propias actitudes rayadas en la imbecilidad, ponen al país al borde de un abismo, del que el pueblo precisamente quiere evitar que se caiga en él. Pero claro, para ello se requiere inteligencia, sensibilidad y alto sentido de racionalidad, que es precisamente, en lo que muchos políticos en carrera, tienen carencia destacada.