Noticias El Periódico Tarija

Llegó Marco Pumari a Tarija, la atención de gran parte de la población se volcó hacia él y la agenda en nuestra tierra. Vino acompañado de una gran expectativa ya que fue uno de los cívicos que le movió el piso a Evo Morales hasta lograr su renuncia. Hoy es un potencial candidato para las próximas elecciones generales, junto a Luis Fernando Camacho de Santa Cruz.

Al parecer esta dupla se ha convertido en una amenaza no solo para Evo sino también para los políticos actuales, su presente cívico y alejado de ese entorno, más allá del papel jugado en las movilizaciones de octubre y noviembre de este año, son fortalezas que se suman a su juventud y mensaje claro y sencillo, que es bien entendido por la gente joven en particular, aunque también es bien recibido en otros segmentos.

Pumari fue contundente, plantea la renovación de líderes como una exigencia de los tiempos que corren y de alguna manera abre el camino para que “los de siempre” se hagan un lado ante la ola que llega. En el plano nacional, destacó lo que hizo Carlos Mesa en todo este proceso pero colocando entre comillas aquello de que “ya ha cumplido”, sin dejar escapar aquello de que llegó hasta donde llegó por el descontento de parte de la población hacia el gobierno de Morales. Lo que no sabemos es si el mensaje le llega a los políticos locales, que tienen por lo menos 8 años en este escenario en el mejor de los casos y 20 o más en los más extremos. Seguro que nadie querrá estar en el lote de aquellos que, según el potosino, deben dar campo a la gente nueva. Más de uno querrá mimetizarse en los colores de la renovación que tal vez ya no se peguen a su imagen desgastada.

El mensaje de cambio siempre pegó y golpeó muy fuerte, no tiene porqué ser esta la excepción y es la población la que decidirá quienes lo encarnan mejor, en un ambiente que se rearma en lo electoral, después de la convulsión dramática vivida hasta hace poco, con un pueblo curtido, con una generación emergente y latente que se descubrió así misma, que se supo hacer sentir y escuchar, dejando una advertencia clara para los que vienen y quieren manejar la nave del Estado.