El saludo cordial y el respeto hacia los mayores brilla como un diamante
cuando un adolescente lo demuestra, se ha convertido en una práctica
extraña e inusual para los tiempos que corren, no esta mal que los
jóvenes puedan relacionarse mejor con los adultos pero nunca que eso
implique falta de respeto. Las mismas familias, por las exigencias de la
época sufren, las consecuencias porque tanto padre como madre deben
trabajar para darle a sus hijos una vida mejor que muchas veces es lo
que ocasiona esa distorsión de valores tan evidente, es decir, son los
mismos padres los grandes culpables del comportamiento de sus hijos, con
ellos mismos y con terceras personas.
Como desconocer que las nuevas generaciones se comportan de otra manera
en relación a las anteriores, jóvenes más arrojados y con menos tapujos,
muy influenciados por culturas foráneas que se imponen a través de la
televisión y el cine, con una ingenuidad muy leve que se esfuma por el
acceso libre a toda clase de información. Jovenzuelos que en la mayoría
de los casos cayeron en la superficialidad que rige hoy en día y que
ellos la practican fielmente. La degeneración de valores es más que
evidente y pretendemos que sea la escuela o el colegio la instancia
encargada de corregir conductas que se inculcan desde los hogares,
porque tampoco consiste en apuntar con el dedo al resto sin asumir la
responsabilidad en la familia, la vida social de los padres marcha al
ritmo de la de los hijos y el peor ejemplo de consumo excesivo de
alcohol se lo observa en «la casa». Entonces, la crisis que vivimos la
tenemos que asumir desde las raíces, desde las mismas zapatas de esta
pirámide que se tambalea y amenaza con desmoronares.
El consumo de alcohol a temprana edad es una cruda realidad en esta
región y las autoridades parecen no ocuparse de un gran problema que
esta minando los cimientos de la sociedad y que da lugar a ingresar en
ámbitos más peligrosos y complicados como el de las drogas, también muy
presente en Tarija. Si los padres de familia toleran que sus hijos
colegiales o en sus fiestas, ingieran o se consuman bebidas alcohólicas
sin inmutarse, que podemos esperar cuando se convierten en
universitarios con supuestos e injustificados privilegios. La influencia
de la droga es muy fuerte y pasa por las narices de todos sin que se le
ponga coto, lugares o espacios públicos son un gran mercado en el que a
plena luz del día hay quienes proponen, tientan y venden
estupefacientes a la juventud.