Cuando se habló de que en Tarija se había descubierto gas, se escucharon
los sueños de miles de familias que buscaban una esperanza en medio de
la carencia, este anuncio abría el nuevo camino que los llevaba hacia
donde lograrían lo que no habían podido lograr toda una vida. Lo cierto
es que se género una enorme expectativa sobre la prosperidad tarijena y
lo que tendría que acompañarla: fuentes de trabajo y dinero.
Esa miles de familias apostaron y marcharon, fueron llegando en ómnibus,
camiones y en lo que pudiera transportarlos…llegaron sin muchos
recursos, llegaron sin techo ni suelo propio, sin tener donde
cobijarse…y encontraron a quienes los vieron no como hermanos sino
como «votos» potenciales en próximas elecciones permitiendo que se
asentaran «temporalmente» en tierras con propietarios o en terrenos
fiscales, o sea, del Estado. Y de repente, aquellos que llegaron sin
tener donde descansar tuvieron, aunque «prestado», un lugar que
comenzaron a sentir como suyo y los próximos que miraron Tarija como la
tierra de las oportunidades, descubrieron que quienes los antecedieron
los recibían con los brazos abiertos. Y así, los asentamientos humanos
se fueron reproduciendo sin mayores miramientos ni restricciones, las
autoridades pasaron y ninguna se atrevió a regularizar su situación,
políticamente no convenía. Más bien, a algunos se les fue dotando de
servicios básicos, casi consolidando su ilegal posesión.
El problemas se escapo de las manos, los conflictos surgieron entre los
mismos asentados que comenzaron a creerse con «derechos» sobre el suelo
ocupado, las peleas, riñas y enfrentamientos provocaron que corra
sangre. Los propietarios de los terrenos particulares que en principio
temían la reacción de semejante cantidad de personas, decidieron actuar y
se generó un nuevo foco de problemas que requirió la intervención de la
fuerza pública y la justicia.
En medio de este desconcertante panorama, aparecieron aquellos que le
«sacan provecho» a todo, aquellos que lucraron con la desgracia ajena,
con la necesidad del prójimo, vendiendo tierras con documentos falsos,
estafando al pueblo, robando lo poco que tenían.
Es compleja la figura legal de los asentamientos humanos, mucho más lo
es en el aspecto social, por eso nadie se atreve a «hablar fuerte» sobre
lo que se debe hacer con los existentes y con los que podrían querer
formarse. Este tema se convirtió en «la papa caliente» que nadie quiere
tener en sus manos y por eso la pasan al otro lo más rápido posible
incurriendo en una falta de responsabilidad absoluta con todos los
involucrados y la población en general que presencia estupefacta como
los políticos le sacan provecho hasta a las necesidades más elementales
de la gente.