Mirando hacia adentro no se puede ocultar que gran parte de los crímenes
son cometidos por menores de edad, niños o casi niños, adolescentes,
jovenzuelos que sin saberlo, o tal vez si, encuentran en su
inimputabilidad un escudo protector que los convierte en potenciales
enemigos de la sociedad ya que no son sancionados con el rigor que el
delito cometido exige o como cualquier adulto es castigado sin
miramientos ni contemplaciones. Claro esta que algunos son llevados a
supuestos centros de rehabilitación que en vez de lograr eso, consiguen
que los menores «perfeccionen» sus nefastas habilidades y tendencias,
sin las mínimas condiciones de seguridad que puedan garantizar que
permanezcan en el mismo y menos su reinserción social.
Por lo visto y vivido toca preguntarnos ¿que esta pasando?, ¿por qué el
aumento de crímenes y por que protagonizados por menores de edad?,
¿quienes son los responsables de esta nueva generación agresiva y
peligrosa?, ¿en que lugar esta la familia y la escuela en todo este
caos?. Sin duda, existe un problema de fondo y esta en el seno familiar,
con padres sino despreocupados pero si demasiado ocupados como para
prestar la atención que el hijo necesita, para interesarse en saber
quienes son sus amigos, que es lo que hace cada día, que lugares visita,
con quienes se junta. Progenitores que dejaron de inculcar principios y
valores, que dedican su tiempo al trabajo o a la diversión casi sin
freno y que dejaron de ser un ejemplo para sus hijos, es así que tenemos
familias en las que ellos andan de su cuenta en sus propios festejos y
los padres con la agenda llena de compromisos sociales. Esta realidad es
producto de la materialización del diario vivir, en el que «el cuanto y
que tienes» es más importante que el «quien eres, que quieres y que
sientes», es un resultado de la valorización sólo de «lo que se puede
comprar» y no de lo que «no tiene precio y no esta en venta y hace
hombres y mujeres de verdad», esa carrera desenfrenada por tener más y
lo más rápido posible en la que el fin justifica los medios logra que la
frustración por no alcanzar ciertos objetivos se canalice
dramáticamente y se presenten casos como los mencionados. Como padres
tenemos que dejar de pretender que los maestros arreglen lo que nosotros
descompusimos, así no funciona, debemos asumir nuestro verdadero rol
con responsabilidad y compromiso.
Los informes policiales reportan violaciones a menores de edad, heridos
por armas punzo cortantes, violencia intrafamiliar, secuestro de
personas, homicidios, asesinatos, feminicidios y un largo etcétera, la
opinión pública se escandaliza con casos que se revelan y que por sus
características hacen dudar de la salud mental de quienes los
protagonizan pero detrás de todo lo que se ve, pasa algo que puede ser
más serio y preocupante, todo lo que sucede puede ser sólo un síntoma de
una sociedad enferma que no sabe como curarse. Algo esta sucediendo sin
que le prestemos la atención debida con el alto riesgo de que escape de
nuestras manos y no lo podamos manejar cuando nos demos cuenta, el
problema puede ser ya demasiado grande y pesado como para soportarlo.