ECOOSFERA
Algunas aves obtienen los pigmentos rojos y amarillos de su plumaje a raíz de su dieta. Por ejemplo, los flamencos adquieren el característico rosa a partir de su dieta de camarones y algas. Los rojos y amarillos son creados por pigmentos llamados carotenoides, que provienen de los alimentos.

Sin embargo, los loros son diferentes:
sus colores de plumas no dependen de los pigmentos derivados de los
alimentos, sino que obtienen sus tonos cálidos de un grupo particular de
pigmentos llamados “psitacofulvinas”, según reveló un estudio publicado
en la revista Royal Society Open Science.
Los loros usan las mismas moléculas para crear colores de plumaje magenta, rojo y naranja, y moléculas casi idénticas para hacer un plumaje amarillo, pero estas moléculas crean diferentes colores en función de cómo están físicamente dispuestas dentro de la estructura de plumas.
Hasta ahora, había sido un misterio cómo exactamente estos pigmentos especiales hacen su trabajo.

Enigma colorido
De acuerdo con la investigación mencionada, el hecho de que los loros puedan crear color mediante la disposición de moléculas plantea una interesante cuestión evolutiva. El análisis láser muestra que las mismas moléculas de pigmento pueden convertir las plumas de un loro en amarillas o rojas, dependiendo de su disposición.
Los loros sintetizan bioquímicamente sus moléculas de color, que se conocen como psitacofulvinas. Pero cuando las psitacofulvinas se extraen de las plumas y son analizadas por científicos curiosos, aparecen de color naranja al ser puestas en una solución.

Entonces, ¿de dónde vienen los rojos del plumaje de los loros? Según el estudio, los loros combinan la química y la física de las psitacofulvinas para crear una gama de colores brillantes.
Durante su trabajo a este respecto, el investigador Jonathan Barnsley notó que las plumas de algunas especies de loros absorbían la luz ultravioleta, que es invisible para los humanos, y la reemitían como luz de color visible, conocida como fluorescencia.

Cómo y por qué sucede esto es un misterio, pero Barnsley sospecha que esta peculiaridad también depende de la disposición del pigmento. Mientras tanto, los científicos podrían tomar en cuenta algunos trucos de estos amigos emplumados. En lugar de diseñar nuevas moléculas costosas, podrían encontrar nuevas formas de sintonizar o reorganizar materiales más simples y baratos. “La
naturaleza comienza con materiales simples y, a través de
interacciones, da como resultado materiales realmente complejos”, señala
Barnsley; y agrega: “Creo que podemos aprender mucho de eso”.