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Sucede que el municipio debe definir el destino de la antigua terminal de buses, no puede continuar así, como un monumento a la indecisión, como una señal de que no sabe qué hacer. La terminal se movió porque no abastecía la demanda actual en cuanto al flujo de personas y buses, porque se encontraba en un punto neurálgico de la ciudad, porque complicaba toda el área alrededor y porque no se podía tener la circulación de semejantes vehículos en medio de los de uso particular. Había servido también para que la delincuencia prolifere y la vida de los vecinos se vuelva insoportable, los precios de las viviendas del lugar cayeron considerablemente.

Esta infraestructura es el escenario de una situación de indefinición tal, que cualquier cosa puede pasar, así como es el cuartel del que no quieren salir los transportistas libres también se ha ido convirtiendo en uno de los tantos lugares donde el comercio informal intenta asentarse. Seguro hasta indigentes encontraron un techo bajo el cual refugiarse en los fríos días del invierno. Cuidado que se convierta también en una cueva de mal vivientes que la usen de guarida en horas de la noche sobretodo. Si la alcaldía no decide es incierto el futuro, debe tomar determinaciones urgentes, puede perder el control sobre este predio que ya es reclamado por un sector del transporte, de hecho no es posible que siga siendo una «terminal», se habló que podría ser un supermercado lo que le devolvería a la zona el caos anterior, salvando las diferencias. También se dijo que podría ser un área verde, buena idea que debe ir acompañada de otras medidas complementarias que la haga un punto de encuentro de las familias tarijeñas. Hasta se habló de simplemente demoler la construcción y dejar el espacio abierto, no se entiende la intención porque no serviría de mucho a nadie.