CULTURA COLECTIVA
Compartirlo todo es un arma de doble filo: por un lado puedes establecer la relación más dulce y real con tu pareja, pero por el otro quizás estés arruinando la magia de la pasión.
Haz memoria… recuerda 3 parejas estables que conozcas. ¿Verdad que se parecen? Físicamente, comparten algunas características; quizá tienen la nariz afín, el cabello similar o el color de la piel parecido. Científicamente, es un hecho que los miembros de una pareja se mimetizan; aunque aún no se aclara del todo por qué se parecen tanto, una teoría apunta a que la atracción sexual se desarrolla entre personas similares. Además, con el paso de la relación, los gestos y estados de ánimo que viven los dos se transforman hasta unificarse.
Así, no es difícil pensar que hay personas que nacen para estar juntas: rara vez pelean, no discuten por cosas innecesarias, más que tener la razón les interesa llegar a un acuerdo, buscan cualquier momento para estar juntos, se ponen extremadamente felices al verse aunque sea unos minutos; son el uno para el otro. Embonan así como piezas complementarias de un rompecabezas. Lo comparten todo, absolutamente todo.
La confianza entre ambos les ha otorgado una libertad absoluta: se desenvuelven por completo sin tapujos ni prejuicios, andan desnudos de un lado a otro de la casa, eructan, lanzan flatulencias, se quedan dormidos al final de una película y babean sobre los brazos de su amante mientras toman una siesta. Esto puede ser tan hermoso como asqueroso. Si todo está brutalmente compartido, ¿qué queda para cada uno?
Ser como un libro abierto para el otro es un arma de doble filo: por un lado, puedes establecer la relación más verdadera y real con tu pareja, pero por el otro, quizás estés arruinando la magia de un amor intenso e incitador de nuevas experiencias. Es una especie de riesgo: o bien se convierte en la manifestación del desarrollo de una relación que puede durar de por vida, o es el principio de la monotonía y el aburrimiento que acabará de matar para siempre el amor.
¿Hasta qué punto estar compenetrado con alguien no es una señal de la pérdida de identidad personal?, ¿se llega a un “exceso de confianza” que se convierte en algo nocivo para una relación?, ¿qué pasa cuando ya no hay nada nuevo por contar, cuando de tanto tiempo que pasan juntos no hay ninguna nueva noticia que asombre al otro?
Perderse a sí mismo en el otro es un acto de amor, es verdad. Poder ser quien eres y que esa persona conozca todas tus debilidades y defectos habla de una relación bien cimentada y profunda. Pero, por otro lado, también se expone al riesgo de descuidar aspectos básicos de una relación de pareja, como tener detalles nuevos, arreglarte para salir juntos, esforzarte por conquistar al otro son detalles que se pierden.
Sin embargo, lo que es muy cierto es que un amor bonito siempre implica ser honesto consigo mismo y con el otro y que sentir que naciste para amar a alguien no se traduce en obsesionarte con esa persona o llevar la relación a términos enfermizos.
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