
EL COMERCIO
«El uso de grilletes está considerado una violación del Artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,» añade Sunai, en referencia al artículo que prohíbe las torturas y los tratos crueles, inhumanos o degradantes.
El uso de grilletes estaba extendido dentro de la prisiones tailandesas hasta el año 2013, cuando el Gobierno decidió abolirlo. No obstante, según la FIDH éste y otros instrumentos de sujeción han continuado empleándose «con excesiva frecuencia».
El futbolista bareiní Hakeem al Araibi fue detenido en el aeropuerto de Bangkok el 27 de noviembre cuando llegó a Tailandia con su mujer para celebrar su luna de miel. Comenzaba así un proceso cuyo desenlace parece cada día más incierto.
Al Araibi vivía entonces en Australia, donde había huido desde su país en el 2014 y se le había reconocido el estatuto de refugiado en el 2017. En el 2012 había sido detenido por su participación en las revueltas de la Primavera Árabe que se extendieron aquel año a Bahrein. Ha denunciado que durante su detención sufrió torturas.
Las autoridades tailandesas detuvieron al futbolista el pasado noviembre debido a una alerta de la Interpol emitida por el gobierno de Bahrein que posteriormente fue retirada, ya que la Interpol no puede aceptar notificaciones para aprehender a refugiados emitidas por los países de los que han huido.
Pese a la retirada de la alerta, ya se había puesto en marcha un proceso en el que la decisión sobre la extradición ha quedado en manos de la justicia tailandesa, que el lunes anunció que la próxima vista se celebraría el 22 de abril.
Desde la detención, se han sucedido las demandas y las campañas para liberar al futbolista, incluidas las del gobierno y la federación de fútbol australianos, la FIFA y HRW, que busca el apoyo de atletas y personalidades del mundo del deporte. El excapitán de la selección australiana, Craig Foster, ha sido especialmente activo.
El 1 de febrero la fiscalía tailandesa presentó ante un tribunal de Bangkok la demanda de extradición solicitada días antes por Bahrein. Al Araibi gritó: «¡No me enviéis a Bahrein!».
Mientras se decide su futuro, el futbolista seguirá confinado en prisión y acudiendo periódicamente al juzgado con grilletes en sus tobillos.
Fuente: EFE