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El Comercio

Con cuidado el hombre escoge las hojas verdes del tamaño de la palma de una mano e introduce 50 de ellas en una licuadora a la que agrega 750 centímetros cúbicos de agua.

Luego cuela el líquido verde, lo sirve en un vaso de vidrio y lo bebe despacio.

«Sabe a lechuga con agua», dijo el hombre que vive con VIH y mantiene el anonimato porque sus colegas de trabajo desconocen su diagnostico en medio de los prejuicios que aun subsisten.

El licuado se hace con las hojas de guásimo, o guazuma ulmifolia, un árbol mediano oriundo de la América Tropical.

Y pese a que su efectividad es cuestionada por expertos, su uso se impuso en Venezuela entre las personas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ante la escasez de fármacos antirretrovirales, una de las facetas más dramáticas de la crisis económica de la nación OPEP.

Con cinco meses sin tomar sus medicamentos porque no los había en el estatal Instituto de Seguros Sociales, que los venía entregando de forma gratuita desde inicios del año 2000, su médico le recomendó a mediados de año tomar el licuado.

«No tengo nada que perder (…) la mente lo que te trabaja es de una manera: me voy a morir, mi vida llegó hasta acá por un desfase en el gobierno, que no está cumpliendo con la medicación», recordó.