Noticias El Periódico Tarija

Es duro ver como la polarización otra vez va tomando las calles y sube de volumen trayendo a la memoria tiempos pasados, en los que la violencia era un denominador común. La habilitación para las elecciones primarias del binomio Evo Morales- Alvaro Garcia Linera, está generando reacciones en diversos puntos del país pero en especial en aquellos donde siempre tuvieron resistencia. Lo sucedido en Santa Cruz es una dura muestra de lo que sostenemos, no podemos perdernos en cómo se originó ni quien instigó, solo sucedió y el mensaje al país y al contexto internacional es que se vive un clima de indisposición social.
Al parecer quienes se oponen al accionar del órgano electoral, están decididos a continuar con sus protestas, aún dentro del plazo legal se están planteando impugnaciones pretendiendo el objetivo pero al parecer no bastarán los argumentos para cambiar el criterio del ente electoral. Seguro que la oposición al gobierno insistirá en la ilegalidad de la resolución respectiva y del proceder de los políticamente interesados, los oficialistas recurrirán a que las motivaciones vienen desde afuera y que poderes externos impulsan el brote reaccionario. Parece que quienes no apoyan a Evo consideran que si se deja que participe en las primarias, terminará consolidándose la candidatura para octubre del 2019, otro proceso sobre el que ya se echan muchas dudas y cuestionamientos.
Esperamos que no se de una escalada de la violencia a nivel nacional, aunque no faltarán los que ya calculan que si no pasa nada hasta la próxima semana, la Navidad terminará llevándose los vientos turbulentos hasta después de año nuevo por lo menos, cuando ya todos los partidos políticos estén más que inmiscuidos en sus respectivas elecciones, las que por cierto, no tendrán nada de llamativas pues nadie compite con nadie y lo seguro es que cada binomio presentado sea el mismo que llegue a las justas nacionales. Lo preocupante es cómo cundió otra vez la peste de la polarización y de la confrontación, en la que se imponen manifestaciones violentas que, de impotencia, desechan los escenarios de diálogo, siempre muy necesarios y útiles en climas tensos y pesados como el que estamos respirando.