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SAÚL CARDOZO/ BOLINFO/ TARIJA
(elPeriodico- Diciembre 10/ 2018) Existen muchas causas y muchos factores. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el fenómeno de las drogas no es exclusivo de un grupo o estrato social, económico o cultural determinado, el tráfico de sustancias controladas afecta a toda la sociedad en su conjunto, como es el caso de Juan Carlos, quien el año 2007, partió desde Tarija hacia Buenos Aires, en un viaje que le costó su libertad y estuvo preso en una cárcel cumpliendo una pena de ocho años de reclusión al ser implicado en el transporte de 10 kilos de cocaína.
La justicia lo declaró culpable de tráfico de sustancias controladas, Juan Carlos llevaba en su vehículo la sustancia, iba junto con un amigo de nombre Pablo, quien presuntamente es el verdadero narcotraficante y aprovechó su amistad para intentar introducir la droga al vecino país.
El Complejo Penitenciario Federal Nº1 Ezeiza está en la ciudad de Buenos Aires, tiene módulos de alojamiento individual para 300 internos, cada uno con un nivel de seguridad alta-máxima. Tiene capacidad para 1.931 internos. Cuenta con un doble alambrado perimetral externo y alambrado para cada uno de los módulos, sensores de movimiento y pantallas de circuito cerrado de televisión. En este ambiente, Juan Carlos estuvo casi ocho años sin poder ver a su familia y con la opción de comunicarse telefónicamente una vez por semana.
Relató que todo empezó cuando él 27 años de edad y se reencontró con un amigo de colegio que se fue por motivos familiares a vivir a Buenos Aires. Ellos empezaron a ir a karaokes, discotecas, y dedicaban tiempo a la pesca, que era un pasatiempo que compartían desde muy jóvenes.
“Mi amigo me llevaba a consumir bebidas alcohólicas, además ya tenía una concubina con la que tiene una hijita que está por cumplir 12 años. Ellos, como eran amigos en el colegio, se separaron porque mi ex amigo se fue a vivir a Buenos Aires con sus padres, desde ahí no supe nada de él, hasta que volvió con su familia y me reencontré con él”, dijo
Su mayor desgracia inició cuando encontró a su amigo en una plaza casualmente, donde intercambiaron números y eso fue todo.
Juan Carlos, se dedicaba a trabajar de ingeniero civil, había logrado ganar lo suficiente para comprarse un terreno y hacer el cierre perimetral, sin embargo, la aparición de su antiguo amigo generaba una negativa de su familia ya que creían que ambos intentaban recuperar el tiempo perdido y andar de fiesta todo el tiempo, cuestión que repercutía en su economía y la de su familia.
El joven vivía con su concubina e hija en la casa de su padre, quien recuerda que pese a algunos vicios, nunca hizo faltar nada en casa, manteniéndose siempre activo y trabajando en diversas materias propias de su profesión.
Cierta vez, recuerda Juan, que tuvo un proyecto en mente, en el que invertiría siete mil dólares para ganar el 100%, para lo que tendría que viajar hasta Buenos Aires, de donde traerían computadoras portátiles marca Lenovo, para una empresa constructora de un conocido.
“Qué mejor persona que Pablo para acompañarme, quien había acordado realizar el viaje y yo quise aprovechar que éste conocía las carreteras de Argentina y la ciudad a la que viajarían”, aseveró.
Cuando llegó el viaje Juan Carlos, agarró una maleta que cargaron en el maletero del auto junto con otras cosas para emprender la travesía. Dentro de ellos el viaje se trataba de una aventura en la que recorrerían cada ciudad conociendo los lugares más populares.
“Pasamos varios retenes y no nos pasó nada, no sé en qué momento él recibió la mercancía, paramos en varios lugares para almorzar, para desayunar y para cenar, la verdad no sé donde pasó; pero, yo sé que no lleve nada de drogas y estuve con una sola persona y me fue mal, fui engañado por una persona que conocía”, añadió.
Juan Carlos, manifestó que hace poco pudo cumplir su sanción y ahora a recuperar los años perdidos y a cuidarse mucho, “recomiendo a las personas que viajan, tener cuidado y verificar siempre lo que llevan en sus cosas”, finalizó.(eP)

EL APUNTE
Aparentemente el amigo hacía de “Mula”

Una mula o burro es, en el lenguaje popular, aquella persona que contrabandea algo con ella (en oposición a enviarlo por correo, por ejemplo) a través de una frontera nacional o por medio de un avión.
Es un método común de contrabando de cantidades pequeñas de mercancía. Los organizadores usan mulas para reducir el riesgo de ser capturados ellos mismos, y a la vez, obtener el mayor beneficio económico.
La mula típicamente recibe un pago que es poco comparado con el valor de la mercancía traficada, pero que aparenta ser mucho dinero para alguien de bajos recursos, haciéndolo parecer una forma fácil de hacer mucho dinero con poco esfuerzo.
A menudo los bienes son escondidos en una bolsa o compartimiento de un vehículo de alguien inocente, que ignora esto, con el propósito de ser recuperados posteriormente.