Noticias El Periódico Tarija

Quienes ya pasamos algunos años en este lindo mundo y transitamos por esta sorprendente vida, tenemos en la retina de nuestros recuerdos uno de los lugares que era casi como una postal de la cuida de Tarija… Tomatitas. Un pequeño pero hermoso paraje marcado por un río Guadalquivir caudaloso y que atraía a cientos de visitantes por las pozas que se formaban en medio de las paredes rocosas en ambos márgenes. Punto exacto para reunirse con los amigos o con la familia, un lugar que se fue volviendo más popular cada día, congregando a gran parte de la población. Cómo olvidar el puente colgante o el bosquecillo, ni que decir del puente vehicular, único vínculo entre la urbe y el norte del departamento y el país, parte de esa postal eterna.

En la angosta calle de Tomatitas habían improvisados puestos de venta de comida criolla, así como de humintas, tamales y los tradicionales cangrejos. El disfrute sano se transformó en consumo de alcohol irresponsable. En la medida que la ciudad fue creciendo, también fue aumentando el tráfico vehicular y la cantidad de visitantes, los puestos de venta se convirtieron en restaurantes y el caos comenzó a apoderarse de la otrora apacible comunidad. El paso de camiones de alto tonelaje, buses de pasajeros de mayor envergadura cada vez y toda clase de otros vehículos, convirtieron a Tomatitas en un cuello de botella insoportable y peligroso en el que suceden accidentes con demasiada frecuencia. Se deben hacer maniobras extremas y arriesgadas para dar espacio y permitir que un camión o flota pasen, peor si uno va y el otro viene, peor aún cuando se encuentran en el puente, que a pesar de haber sido ensanchando hace años, igual resulta extremadamente estrecho, por el pasa todo motorizado que sale de Tarija o llega a ella. Además, la suciedad y el desorden se apoderaron del lugar, que de ser uno de los más valorados pasó a ser uno de los más cuestionados en cuanto a la higiene y salubridad.

Es tal la emisión de gases tóxicos de los motorizados que circulan por la única y angosta calle, que no sabemos que tan libres de ellos están las comidas que se ofrecen al paso, como si no fueran afectadas por la polución. Es urgente la intervención de las autoridades en salud que deberían medir el impacto por la contaminación ambiental y auditiva. Difícil vida para los residentes de esta zona que hace mucho dejó de ser tan linda y divertida… como era años atrás. Nos alegra la reciente inauguración de un tramo alternativo que permite unir Monte Méndez con San Mateo y así evitar este paso que complica el libre tránsito y pone en riesgo la seguridad de las personas.