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ECOOSFERA

Más allá de una herramienta de consulta, la biblioteca puede proveernos de verdaderas medicinas para el alma y el cuerpo. Desde el siglo pasado, el psicoanalista Bruno Bettelheim habló de la importancia de los cuentos y las historias (particularmente de los cuentos de hadas) para el alivio emocional de niños y jóvenes. De acuerdo con el austríaco, los cuentos tienen la capacidad de hablar al niño desde lo más íntimo, desde su estado psicológico y afectivo. A través del ejemplo, los cuentos de hadas logran hacerle ver que existen soluciones, momentáneas o permanentes, para las dificultades psicológicas más urgentes.

Actualmente, en el Reino Unido se ha expandido este horizonte curativo al espacio entero de las bibliotecas, que ofrecen espacios abiertos bajo el pretexto de invitaciones a conferencias, proyecciones, clases de salsa o pilates, en donde los asistentes, entre otras cosas, tienen la posibilidad de narrar las situaciones a las que se enfrentan día con día.

Algunas cifras parecen mostrar que existe una clara relación entre el bienestar de la población y su paso por las bibliotecas. Por ejemplo, según la directora de programación de Libraries Connected, Sarah Mears, las madres que pasan más tiempo con sus bebés en actividades bibliotecarias describen su estado de ánimo como “muy feliz” después de sólo 30 minutos.

Y no sólo se trata del bienestar particular percibido, sino que la interacción con otros padres de familia (o el encuentro con lectores y paseantes de mentes similares a la nuestra) también tiene un efecto positivo en la reducción de la sensación de soledad, aburrimiento y estrés. Asistir a bibliotecas también se asocia con rutinas más estructuradas y con la automotivación: el simple hecho de asistir a alguna clase o actividad puede darte una sensación de logro.

Se podría concluir que los usuarios de bibliotecas son más felices, ¿pero son más saludables en realidad?

Un reporte del Arts Council of England parece indicar que sí, pues en 2015 se encontró que los usuarios de bibliotecas necesitan menos servicios de salud que los no usuarios.

Estos esfuerzos nos muestran que la salud no pertenece solamente al campo de lo personal, sino que es posible atenderla de manera comunitaria. De esta manera, las bibliotecas, como casas abiertas a cualquier huésped y a todo conocimiento, son la atmósfera ideal para seguir buscando el bienestar de manera colectiva.