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No hay nada más esquivo que las emociones… y menos propenso a ser cartografiado, porque en el mapa de nuestro cuerpo, las emociones no son una “X” definida que marca el hipotético sitio del tesoro. Más bien, están en perpetuo movimiento, como la palabra emoción indica. Siempre estamos experimentando una e-moción que nos lleva, incesantemente, de un estado anímico a otro.

Sin embargo, algo es indudable: los sentimientos se sienten en diversas partes del cuerpo.

¿Quién no ha experimentado cosquilleos ante el asombro, o un seco espasmo de miedo?

Aun así, el lugar específico que cada emoción ocupa en el cuerpo permanece en el misterio. Más allá de lo psicosomático, o de lo atinada que pueda ser la medicina oriental ancestral –que vincula las enfermedades en los órganos con los estados anímicos–, esa conexión entre los estados del alma y el cuerpo sigue sin poder ser explicada.

¿Está el amor realmente en el corazón? ¿No estará, acaso, en el hígado?, ¿no se llevará en la piel?

Un grupo de investigadores finlandeses se dio a la tarea de resolver –o intentar resolver– esta intrincada cuestión.

Empezaron con la titánica labor de clasificar y categorizar los sentimientos humanos y todas sus tonalidades –pues sin duda existen cientos, hasta identificar 100 sentimientos “centrales”. Para poder hacer esto y ligar los sentimientos a las diversas partes del cuerpo, los investigadores reunieron las respuestas de 1,000 participantes, quienes contestaron cuestionarios en línea.

Después, con ayuda de una base de datos neuronal, se cotejaron las similitudes entre lo expresado por los participantes y lo recopilado en más de 9 mil estudios previos que involucraban psique y emociones.