
ECOOSFERA
Investigaciones revelan lo que las mujeres llevan diciendo desde hace siglos. ¿Qué se sabe al respecto, y qué se puede hacer?
Desde hace milenios existe una cultura del silencio impuesta a las mujeres, que entre otras cosas ha invisibilizado el dolor que sienten durante la menstruación. Según el doctor John Guillebaud, profesor de salud reproductiva en el University College London, sus pacientes femeninas han comparado el dolor de los cólicos con un ataque al corazón.
A este especialista se han unido otras voces que insisten en que el dolor que sienten millones de mujeres es peor de lo que se admite socialmente, incluso en ámbitos académicos de la medicina. Además, la menstruacón puede convertirse en algo anormalmente doloroso, debido a ciertos padecimientos adicionales.
Lo peor es que la dismenorrea (como se conoce a la menstruación dolorosa) no desaparece al ingerir medicamentos analgésicos, y en su grado más alto esta condición puede producir alucinaciones, náuseas y vómito.
La dismenorrea puede ser causada por diversos desórdenes en los órganos reproductivos. El más común es la endometriosis, una condición que hace crecer tejido anormal afuera del revestimiento del útero, lo que es considerado un tumor ginecológico benigno pero que ocasiona cólicos extrafuertes e incluso dolor pélvico crónico y, en ocasiones, infertilidad.
La actividad de 1 de cada 5 mujeres se ve afectada por la dismenorrea
De éstas, se estima que 20% padece endometriosis
Esta situación hace de la menstruación y los cólicos, que en realidad forman parte de un ciclo resiliente natural de vital importancia, una tortura para millones de mujeres alrededor del mundo. Si a ello sumamos enfermedades como el síndrome de ovario poliquístico (considerado el más común de los desórdenes endocrinos en mujeres en edad reproductiva), es indudable que las mujeres pueden padecer graves enfermedades (que sólo el más retrograda prejuicio puede considerar mera “histeria femenina”) y que es urgente poner esto a debate.
Según Guillebaud, no se están creando tratamientos contra padecimientos como la endometriosis, y cuando las mujeres la padecen es más difícil elaborar diagnósticos adecuados por la falta de investigación al respecto en el ámbito académico. Tampoco se está discutiendo a nivel social sobre la necesidad de que las mujeres se puedan dar licencias en trabajos y escuelas por estos padecimientos ginecológicos: dicha política sólo existe en algunos países asiáticos, como Japón, Corea del Sur y Taiwán.
Habrá que seguir visibilizando esta delicada cuestión: empujar porque existan más políticas al respecto, y difundir información útil para que las mujeres conozcan el por qué de que su dolor menstrual supere toda lógica natural. Por supuesto, es fundamental también que cada mujer se responsabilice y se dé a la tarea de conocer a detalle cómo equilibrar su ciclo menstrual para poder vivir plenamente.