Noticias El Periódico Tarija

CULTURA COLECTIVA

Aunque no lo creas, el estómago no es una especie de máquina que pudre nuestros alimentos.

¿¡Cómo!?

¿Qué no se supone que eso es lo que pasa ahí dentro?

Aunque nos sobran los motivos para pensar que nuestro estómago es una pequeña caja de putrefacción, la realidad detrás de esta creencia es que —a menos que toda nuestra vida lo hayamos entrenado para comer carroña— no estamos preparados para soportar algo pudriéndose dentro de nosotros. Cuando decimos que los alimentos «se descomponen» en nuestro interior, en realidad estamos hablando de un montón de procesos en los que el sistema digestivo sólo toma una pequeña parte.

Debido a las enzimas que son —o no— liberadas gracias a las proteínas contenidas en ciertos alimentos, nuestro proceso digestivo se ralentiza y provoca, ahora sí, olores pútridos y una sensación de que algo realmente pesado vive en nuestro ser. Tanta es la pesadez que ni siquiera nos deja dormir o movernos libremente, pero ¿qué podemos hacer ante esta imposibilidad de procesar nuestros alimentos?. Si dejásemos de comer todos los alimentos que contienen al menos una de las muchas sustancias que «le hacen daño» a nuestro cuerpo, tendríamos un menú realmente reducido.

La solución a este problema está muy lejos de sólo evitar ciertos alimentos, quizá lo único que nos queda hacer es no cargar nuestro organismo de todas estas proteínas y sustancia que retardan nuestros procesos, provocando la putrefacción de los alimentos dentro del estomago.

Deja de mezclar ácidos con harinas

Los alimentos ácidos como el jugo de naranja o el vinagre combinados con féculas como el arroz, evitan la producción de una enzima llamada ptialina, misma que es importante en el proceso digestivo desde que un alimento toca nuestra lengua. Su función es dotar a los alimentos de ciertos jugos alcalinos que, al ser neutralizados por los ácidos, hacen que la fécula fermente.

Consume más melón

Gracias a que no necesita de ningún proceso digestivo complejo para ser procesado, comer melón solo es una gran opción. Por otro lado, si se combina con cualquier otro alimento (no importa si se consume antes o después), las posibilidades de que éste pase hacia el intestino se reducen, lo cual comienza a causar molestias en el estómago.

Evita los dulces

Después de comer proteínas o carbohidratos, probar un postre puede no ser la mejor idea de todas, incluso cuando se trata de frutas. Todos los alimentos dulces tienden a fermentarse debido a la combinación con papas, maíz o algunas carnes rojas.

Separar ácidos de proteínas

Lo alimentos ácidos, entre ellos algunas verduras como el tomate, inhiben la producción de las enzimas que promueven la asimilación de proteínas. Al juntar, por ejemplo, tomates con carnes o algunas legumbres como lentejas o garbanzos, estamos entorpeciendo el proceso digestivo.

No combinar proteínas y azúcares

Al no digerirse en la boca del estómago, los azúcares pasan directamente al intestino para su digestión. Sin embargo, con las proteínas pasa algo completamente diferente, éstas inhiben la producción de jugos gástricos; por lo que la combinación de estos alimentos resulta en gases estomacales que dificultan la digestión.

Si comes harinas, apártate de los azúcares

Al combinarlas, ninguna de las dos termina por digerirse completamente. El proceso que debería comenzar en las glándulas salivales con la secreción de enzimas, al consumir féculas, queda anulado. Después de eso, el azúcar permanece en el estómago hasta que las harinas terminan de ser procesadas. Ten cuidado sobre todo con los cereales azucarados o las barras de granos dulces.

Consume pocas proteínas a la vez

Como es de esperarse, no todas las proteínas tienen el mismo tiempo de digestión. Es por eso que en cada comida se recomienda comer sólo una proteína, para que el organismo tenga la posibilidad de asimilar y aprovechar todos los nutrientes que contienen.

A veces parece que no podemos comer absolutamente nada, aunque en realidad es una mentira. El problema está en consumir alimentos en cantidades exageradas o sin saber combinarlos adecuadamente; el sabor es un aspecto importante a la hora de preparar alimentos, no obstante, quizá sean todavía más importantes los nutrientes y beneficios que aportan a nuestro organismo.