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Sus peludas extremidades pueden llevar consigo hasta 5 millones de bacterias.

Algo extraño pasa con Andre Delambre, hace tiempo no sale de su laboratorio y su esposa está preocupada. La angustia la lleva a investigar qué sucede, por lo que va hasta él. Aunque trataba de cubrirse, al científico no le queda más que confesar lo que ocurre: por accidente, una mosca se metió junto con él a su máquina teletransportadora. Así que ahora él tiene cara de insecto.

Así como esta película —The Fly— llenó de terror las salas de cine en 1958, lo que leerás a continuación te llenará de miedo y un poco de asco cada vez que veas una mosca parada en tu comida. Esto es lo que ocurre cada vez que eso pasa:

10. La vida es corta, mucho más para las moscas adultas quienes no viven más de un mes. Mientras su muerte llega, gozan de los placeres culinarios de la vida: heces y comida echada a perder; entre más descompuesta, mejor. Sin embargo, a veces vuelan hasta tu mesa para robar un poco de lo que estás comiendo.

9. De acuerdo a una investigación realizada por El País, en las diminutas patitas de estos insectos peludos y voladores viajan hasta 5 millones de bacterias, mismas que reposarán en tu carne, ensalada o jugo de naranja, los cuales comerás más tarde.

8. No se precisa que el insecto esté mucho tiempo sobre la comida. Basta con que se pose. Esto porque, debido a sus delgadas extremidades y sus miles de filamentos en ellas, es fácil que al contacto éstos se queden pegados en el lugar, justo para encontrarse después con tu boca.

7. Las moscas no comen como nosotros, ellas aspiran los alimentos a través de su nariz puesto que no tienen dentadura. Entonces, cuando llegan a posarse a tu increíble pan tostado con mermelada, regurgitan saliva. Esto es, expulsan una especie de vómito, lo que ablanda los sólidos y así ellas lo puedan disfrutar sin problemas.

6. El riesgo es mucho mayor cuando las bacterias se instalan en un alimento que aún no ha sido cocido o que ha estado fuera de refrigeración por mucho tiempo. Si lo hacen, por ejemplo, en la comida que reposa en la mesa antes de pasar por el sartén, los microorganismos tienen más probabilidad de reproducirse.

5. Lombrices intestinales, salmonela, tifoidea, tuberculosis y cólera son algunos de los padecimientos que puedes sufrir debido a comer algo contaminado. No siempre ocurre, pero las probabilidades son altas si estás en un lugar donde hay muchas de estos pequeños seres volátiles y además, que el entorno tenga alimentos perecederos o heces de animales.

4. Si no estás atento y las moscas realmente están disfrutando de tu comida, pasearán por ella varios minutos, caminando entre las dulces colinas de tu helado de chocolate o mirando el mundo desde el jugoso borde de tu carne. Eso les dará tiempo para vomitar, defecar y dejar las bacterias que las acompañan en sus pies.

3. Aunque no es imposible, es poco probable que comas sus huevecillos. Esto porque su instinto les hace buscar lugares menos peligrosos para hacerlo. Generalmente lo hacen en sitios más asquerosos donde las pequeñas larvas puedan alimentarse; como botes de basura, heces de animales o coladeras.

2. No obstante, los científicos sostienen que estos pequeños voladores son mucho más dañinos que una cucaracha —hasta dos veces más—. Esto porque ellas se alimentan de restos de comida en estado de putrefacción y suelen moverse en lugares con una alta presencia de suciedad, por lo que el resultado puede ser el mismo.

1 No es que la mosca en sí misma sea peligrosa, sino lo que transporta. El riesgo aumentará según el hábitat en que la encuentres. Las moscas domésticas suelen no ser muy peligrosas, sin embargo, hay más probabilidad de enfermar cuando son muchas las que posan en tus platillos.

Las moscas, sin embargo, son esenciales para la vida. El ciclo natural puede venirse abajo sin ellas pues ayudan a la polinización y al proceso de descomposición de la vegetación. Son esenciales, aunque ya has visto que lo que hacen en tu comida es francamente asqueroso.

«También a un gran hombre lo puede exasperar una miserable mosca», decía José Martí, recordando que no importa la situación o el contexto en el que nos encontramos; un pequeño e insistente insecto volador puede terminar con la paciencia de cualquiera.

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