
Ecoosfera
Para la humanidad, caminar fue el principio de todo. Es, sin duda, el acto primigenio: la gran evolución que, literalmente, nos hizo llegar hasta donde estamos. Y es lo que al día de hoy nos mueve, como sociedad, pero también como individuos.
Y es que una sola vida implica miles de pasos, un ritmo único que dice mucho de nosotros. Incluso podría decirnos cuánto tiempo viviremos, según una nueva investigación científica del Center for Wireless Network del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).
De acuerdo con esta investigación, a partir de un cálculo que combina el paso cotidiano –su ritmo– con la edad y el sexo, se puede predecir la longevidad de una persona. Pero esto es más que mera especulación matemática, pues en dicho cálculo se toman en cuenta los resultados de un macroestudio en el cual se analizó la forma de caminar de más de 60 mil individuos, en un período entre 6 y 20 años.
La frecuencia de pasos, las distancias recorridas, la estabilidad y otros elementos se relacionan con algunas enfermedades, como problemas cardíacos, parkinson y Alzheimer.
De esto se deriva que puede haber una expectativa de vida menor o mayor según cómo camina una persona. Como explica la directora del estudio, Dina Katabi, no porque caminar sea una especie de tarot, sino porque las mediciones corroboran algo que los médicos ya sabían:
Nuestro cuerpo es sabio y adapta sus movimientos conforme vamos avanzando en edad sin necesidad de que pensemos en ello. La tecnología lo que hace es detectarlo y ayudar a prevenir posibles problemas.
Caminar transforma tan radicalmente al cuerpo que se ha comprobado que fortalece nuestro cerebro, pues en dicho acto se estimulan la corteza frontal y el hipocampo.
Así que caminar podría predecir cuánto viviremos, pero sobre todo, cuál será la expectativa de vida durante ese tiempo, como algunas calculadoras ya hacen, a partir de otras métricas.
Esta tecnología podría servir para la prevención de enfermedades y para realizar diagnósticos más completos sobre la salud general de las personas, lo que siempre hace falta en una realidad donde las enfermedades son multidimensionales y en ocasiones, los diagnósticos tradicionales no logran abarcar todos los problemas y sus posibles soluciones.
Por lo pronto, estas investigaciones nos demuestran cuán vital es el simple hábito de caminar, y nosotros añadiríamos que hacerlo es un imperativo, sea para expandir la conciencia, para convivir con otros –convirtiéndolo en una especie de ritual– o para mejorar nuestra salud.