Noticias El Periódico Tarija

Como las tragedias desnudan nuestras falencias más extremas, como nuestras carencias nos revelan débiles y expuestos. Sucede cada vez que se presenta un fenómeno que va más allá de nuestra capacidad de respuesta, sucede cuando los medios con los que contamos no son suficientes para combatir algo que es más fuerte que nosotros. Un incendio voraz destruye un galpón lleno de productos de madera y melamínicos, surge como a eso de las 8:00 am, la reacción no es tan rápida y oportuna, el fuego se expande con rapidez en un lugar que no cuenta con extinguidores ni mecanismos para combatirlo, adentro hay productos inflamables pero no se tomaron las previsiones de seguridad. El municipio sí le pide hasta licencia ambiental a quien quiere poner un simple negocio pero cuando se trata de un ambiente inmenso lleno de miles de dólares en productos, las exigencias son pocas o parecen no existir. Parece que nadie regula su funcionamiento ni tampoco verifica las condiciones en las que se los usa, ni el cumplimiento de normas de seguridad.

Un pequeño gran detalle que no puede pasar inadvertido, es el que nos muestra una vez más, que Tarija no está preparada para enfrentar sucesos como el de este miércoles, no contamos con carros bomberos modernos, nos sobra gente valiente que enfrenta al fuego y otros fenómenos pero sin el equipo mínimo requerido para velar por su propia seguridad. Las calles no tienen tomas de agua de alta presión para que se puedan recargar los carros cisternas a la mayor velocidad posible, porque en estas circunstancias el tiempo vale y mucho. Policías de coraje y otros funcionarios públicos tienen que asumir un rol que no les corresponde pero lo hacen porque creen que es su deber y, fieles a sus convicciones, entran en franca pelea con el calor insoportable, el humo asfixiante y las llamas abrazadoras que consumen todo a su paso.

Vamos a seguir insistiendo en que nuestras prioridades son las que menos importan, tenemos prioridades no prioritarias. Danzan los millones en proyectos cuestionables en vez de ser invertidos, por ejemplo, en la compra de carros bomberos de ultima generación y cualquier otro equipamiento para sofocar incendios, así como en la preparación de bomberos y policías, capítulo aparte merece el equipo que deben llevar estos valientes en su cruzada contra las llamas. Preferimos tener noventa millones por aquí, casi ochenta por allá o casi cinco millones por otro lado mientras la ciudad se ve desnuda ante incidentes que llegan sin previo aviso y nos ponen a prueba.