Noticias El Periódico Tarija

Por CNL DESP Gustavo Félix Garnica Peñarrieta
Director Nacional de Interpol Bolivia

Gracias a la tecnología, la policía tiene ante sí un brillante futuro, y no sólo porque pueda buscar sospechosos en Google. Hay otras dos tendencias, menos visibles, que tratan de hacer todavía más fácil y efectivo su trabajo, pero a costa de suscitar unos espinosos interrogantes a propósito de la privacidad y las libertades civiles.
La primera es que la actividad de la policía, como tantas otras en esta época de “big data”, está siendo repensada sobre la expectativa de que un mayor y más profundo análisis de información acerca de delitos del pasado, combinado con sofisticados algoritmos, puede predecir los del futuro. Esta es una práctica conocida como “patrullaje por predicción” y, aunque sólo tiene unos pocos años de antigüedad, muchos profesionales la ven como toda una revolución del trabajo policial. La policía boliviana se encuentra entusiasmada con ella
Lo que atrae de la idea del “patrullaje por predicción” es que es mucho mejor prevenir un delito antes de que se produzca que llegar después y ponerse a investigarlo. De manera que, aunque los policías puedan no sorprender a un delincuente en acción, su presencia en el lugar adecuado y en el momento oportuno ayude al menos a disuadirle que actúe. Esa lógica parece tener solidez.
Luego está el problema de los delitos no denunciados. Mientras que la mayoría de los homicidios son denunciados, muchas violaciones y acosos domésticos no lo son. A pesar de la ausencia de esas denuncias, la policía sigue desarrollando maneras de informarse cuando algo extraño ocurre en los vecindarios de su jurisdicción.
Si para predecir delitos futuros y guiar el trabajo policial solamente se utilizan datos sobre delitos que han sido denunciados, algunos tipos de delitos pueden quedar completamente fuera de estudio, y por lo tanto sin perseguir.
Por supuesto que la policía ya está estudiando las redes sociales en busca de señales de malestar. Pero, a diferencia de Facebook, no ven el panorama en su conjunto: las comunicaciones privadas y las acciones “silenciosas”, sobre qué vínculos se hace clic o qué páginas web se abren, son invisibles para ellos. Además, si bien la policía necesita una orden para evaluar los datos privados de alguien, Facebook puede buscar los datos de sus usuarios cuando quiera hacerlo. Desde la perspectiva de la policía, podría ser realmente ventajoso tener a Facebook haciéndole todo ese trabajo, ya que las investigaciones que realiza Facebook no tienen que pasar por el juez.
La propuesta de una actuación policial por predicción podría ser real, pero también peligroso. La policía necesita someter sus algoritmos al escrutinio externo y corregir sus sesgos. Las redes sociales necesitan establecer unos estándares claros de cuánto hay de actuación policial predictiva en lo que realmente hacen y hasta dónde quieren llegar en la reproducción del perfil de usuarios.
Aunque Facebook pueda ser más efectivo que la policía en la predicción del delito no se le puede permitir que asuma esas funciones policiales sin que observe también las mismas reglas que dejan claro lo que la policía puede y no puede hacer en una democracia. No podemos sortear los procedimientos legales y subvertir las normas democráticas en nombre de la eficiencia.