Normalmente los cumpleaños los usamos para festejar, para pasarla bien, para sonreír y alegrarnos… para reflexionar en el peor de los casos, pero no para pelear. Si invitamos a parientes y amigos a nuestra casa, no podemos ponerlos en situación de presenciar y aguantar las reyertas familiares o tener que soportar el olor de nuestros trapitos sucios.
En el 444 aniversario de la ciudad de Tarija, el Concejo Municipal convocó a sesión de honor, como se estila, para lo que invitó a autoridades, dirigentes y pueblo en general, asimismo llegaron visitantes de afuera por tan importante fecha. Fue el alcalde Rodrigo Paz, quien en una muestra absoluta de desubicación, se refirió a la actualidad política del gobierno municipal, en la que tiene un concejo que dejó de ser de su línea y se levanta como opositor. Nada del otro mundo o que otros alcaldes o autoridades electas no hayan afrontado antes, sin mayor dramatismo. Siguiendo el libreto que comenzó a ejecutar semanas antes de que perdiera el control del ente deliberante, anticipó que le negarían recursos para obras en beneficio de la ciudad, varios puentes, etc. y además alentó reformas a las formas establecidas para garantizar la institucionalidad y gobernabilidad. Lo interesante de lo que dijo Paz, es que se generan más preguntas sobre qué está pasando en su gestión después de tres años. Irónico reclamo de quién priorizó levantar un mástil y su rotonda de casi Bs. 5 millones en un distrito con necedades urgente de agua potable, saneamiento, salud, educación, etc. Irónico porque puso primero un proyecto como «ciudad inteligente» de casi Bs. 90 millones frente a la urgencia de construir una planta de tratamiento para una ciudad ( responsabilidad municipal), en la que decenas de barrios arrojan sus residuos al río y las quebradas. Repentina preocupación cuando en esa danza de millones parece haberse olvidado el sentir del pueblo.
Rodrigo Paz llegó a ser alcalde con siete concejales, para tener mayoría se precisan seis, además de contar con el apoyo de un octavo concejal, Alan Echart. El flamante alcalde tuvo la «habilidad» de perder en tres años su mayoría y tranquilidad… ¿cómo lo hizo?, nadie lo sabe. Por lo general se buscan sumar apoyos, no perderlos, eso justamente hizo Paz… de estar cómodo con un concejo que daba luz verde a todo lo que proponía, pasó a la casi desesperación cuando vio que se le escurría entre las manos. Lo extraño es que no sucedió de la noche a la mañana, se veía venir, pero no hizo nada para impedirlo y, si lo hizo, lo hizo mal. Luego buscó «asustar» a la gente hablando de pactos secretos de desestabilización, como si de la noche a la mañana, se hubiera enterado que iba a perder el poder en el Concejo Municipal. Inaudito. No jugó bien sus cartas, no tuvo la capacidad de mantener un equipo unido ni de convencerlo de que el camino elegido era el mejor, por eso se alejaron, por eso lo perdió, política de por medio por supuesto, y quedó taciturno y quejumbroso de su suerte en cada intervención en la que tiene ocasión. El error del presidente del ente deliberante, Francisco Rosas, es haberle seguido el juego a Paz, en un acto en el que nada tenía que hacer los reclamos, quejas ni artimañas políticas. No era el momento ni el lugar. Rosas debería haber seguido con su discurso para la ocasión, que normalmente no se improvisa, debería haber hablado de esta Tarija que aspira un futuro mejor y de qué manera incide en el contexto Departamental y Nacional… la política debería haberse quedado para otra oportunidad, que de seguro muchas habrán, no lo entendió Rodrigo Paz, no lo entendió Francisco Rosas. El pueblo de Tarija en su cumpleaños, tuvo que presenciar un bochornoso episodio protagonizado por las autoridades en las que puso su confianza para llevar adelante los destinos de su ciudad… promisorio futuro nos espera así.