
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, nació en Buenos Aires, (Argentina) Provincias Unidas del Río de la Plata, un día como hoy, el 3 de junio de 1770, en la casa paterna, situada en la actual avenida Belgrano Nº 430, contigua al Convento de Santo Domingo y fue bautizado por el sacerdote Juan Baltasar Maciel y Lacoizqueta en la Basílica Nuestra Señora de la Merced al día siguiente. La madre de Manuel Belgrano era María Josefa González Casero, nacida en la ciudad de Buenos Aires, de familia procedente de Santiago del Estero y según el genealogista Narciso Binayán Carmona, era descendiente del conquistador, explorador y colonizador español Domingo Martínez de Irala (1509-1556). Sus antepasados tenían un remoto origen mestizo guaraní, que compartía con muchos próceres de la época de la Independencia y con grandes personajes paraguayos y argentinos.
Manuel José Joaquín del Corazón
de Jesús Belgrano. 1770 – 1820.
Su padre, Doménico Belgrano Peri, era de origen italiano, oriundo de Oneglia, en Liguria, comerciante autorizado por el rey de España para trasladarse a América que llegó a Buenos Aires en 1754. Figuró entre los comerciantes opulentos que se empeñaron en lograr el establecimiento del Consulado de Buenos Aires, del cual su hijo Manuel iba a ser su Secretario. El hecho de que su familia tuviera como jefe a un europeo hizo que la familia Belgrano a diferencia de las típicas familias de origen español de su tiempo, permitió que los Belgrano poseyeran más libertad de acción y a su vez mayor amplitud de actividades y criterios que tuvo como su máximo exponente en Manuel Belgrano. En 1788 Domingo se vio envuelto en un proceso judicial por considerárselo cómplice en la quiebra de un funcionario real de la Aduana. El virrey Loreto ordenó su prisión y el secuestro de todos sus bienes. Hubo un muy largo proceso judicial que Manuel se ocupó de seguir atentamente para poder ayudar a su padre. Finalmente, en enero de 1794, siendo Virrey Arredondo, una sentencia le restituyó la plena libertad de sus derechos y el goce de sus bienes, absolviéndolo de culpa y cargo, pero la fortuna familiar quedó fuertemente mermada y falleció en septiembre de 1795, justo al poco tiempo de que su hijo Manuel regresara de España. Tuvo quince hermanos, dos de ellos sacerdotes, entre los cuales se destacaron como patriotas Francisco, Joaquín y Miguel Belgrano.
DIPLOMÁTICO, ECONOMISTA,
POLÍTICO, ABOGADO Y MILITAR
El prócer argentino, fue diplomático, economista, periodista, político, abogado y prominente militar rioplatense de destacada actuación en la actual Argentina, Paraguay y Bolivia durante las dos primeras décadas del siglo xix en el territorio del Alto Perú, durante las luchas independentistas del continente americano contra el dominio del imperio español. La vida y actuación militar del Gral. Manuel Belgrano está estrechamente vinculada a Bolivia, principalmente con los Departamentos de Tarija y Potosí, donde participo en acciones militares como General del Ejército del Norte y tuvo a su cargo la Segunda Campaña Auxiliadora al Alto Perú, dirigiendo el Éxodo Jujeño y comandando las victorias de los revolucionarios en las batallas de Tucumán y Salta, aunque también fue dos veces derrotado por los realistas. Participó en la defensa de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata en las invasiones inglesas de 1806 y 1807 y fue nombrado sargento mayor del Regimiento de Patricios a las órdenes de Cornelio Saavedra. Profundizó sus estudios de táctica militar y promovió la emancipación de Hispanoamérica respecto de España apoyando las aspiraciones de la princesa Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito.
Fue uno de los principales patriotas que impulsaron la Revolución del 25 de mayo de 1810 en Buenos Aires, que destituyó al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. La Primera Junta de Gobierno de Buenos Aires de 1810 tuvo como Presidente al militar boliviano Cornelio Judas Tadeo Saavedra Rodríguez y a Manuel Belgrano como Vocal. Cornelio Saavedra Rodríguez nació el 15 de septiembre de 1759 en la hacienda rural de Potosí (Bolivia), llamada «La Fombera», comunidad de Otuyo a 80 km. de la Villa Imperial en el camino a la ciudad de Sucre (Chuquisaca).
En 1811, Belgrano fue Jefe de la expedición militar que la junta de Buenos Aires envió al Paraguay que finalizó cuando se celebró el Tratado Confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires. Fue también el jefe de una de las Expediciones Libertadoras a la Banda Oriental. En 1812 creó la bandera de Argentina en la actual ciudad de Rosario. La educación del pueblo fue una de sus principales preocupaciones y para ello elaboró durante su estadía en España un plan de acción con avanzadas ideas sobre la misma.
ESTUDIOSO DE LEYES Y ECONOMIA
Estudió en el Real Colegio de San Carlos, actual Colegio Nacional de Buenos Aires. Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó en Leyes, con medalla de oro a los 18 años de edad en la Chancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política, siendo el primer Presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política en Salamanca. Durante su estadía alcanzó un éxito y prestigio que le permitió obtener del Papa Pío VI una autorización para leer literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó “… en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos con la única excepción de las obras obscenas”.
Casa de Manuel Belgrano, demolida
a inicios del S. XX
De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Jean-Jacques Rousseau y Filangieri y se imbuyó de las tesis fisiocráticas de François Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Gaspar Melchor de Jovellanos y Pedro Rodríguez de Campomanes.
Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario revolucionario de finales del siglo xviii. Ambos orientaron su desempeño en la vida política hacia las necesidades fundamentales de todo pueblo: soberanía política, económica y posesión de los territorios que explotan a partir del trabajo. Tanto Belgrano como San Martín fueron firmes creyentes en el desarrollo a partir de las industrias, la producción y el comercio de bienes dentro de un marco justo en beneficio de la Patria y el pueblo en su conjunto. Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España que discutía con atención la Revolución francesa. Uno de sus pensamientos expresaba: “como en la época de 1789 me hallaba en España y la revolución de Francia hiciese también la variación de ideas y particularmente en los hombres de letras con quienes trataba, se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad y fraternidad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuere donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido y aún las mismas sociedades habían acordado en su establecimiento directa o indirectamente”. De regreso al Virreinato del Río de la Plata, quizás a través de su primo Juan José Castelli se interesó por el pensamiento de Francisco Suárez, quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de Dios a través del pueblo.