Cultura Colectiva
Detrás de un beso se esconde un lenguaje que sólo nosotros comprendemos
Todos alguna vez hemos besado y experimentado esas emociones que nos hacen sentir como si estuviéramos delirando en las nubes. Ese contacto entre labios que realizamos con alguien que nos atrae y que se vuelve una adicción, casi similar a una droga natural que evoca ese sentimiento de querer o amar. Pero el amor, es precisamente un conjunto de reacciones químicas que desencadena varias sensaciones en nuestro cuerpo, las cuales intercambiamos con la otra persona.
El arte de besar es una experiencia única, pues amplifica nuestros sentidos. Nos comunicamos con el otro de tal manera que durante el beso sabemos el momento preciso para morder, apretar o lamer sus labios. Generamos un vínculo tan fuerte con él o ella.
La atracción es la clave fundamental para poder besar, pues la feromona o testosterona que desprende esa persona nos causa casi por inercia querer besarla. De hecho, un informe publicado por la revista Current Biology confirma la existencia de feromonas humanas, cuya percepción y descodificación quizás pueda causar hasta la preferencia sexual. El acto de besar es un gesto de la vida cotidiana que nos hace sentir bien en el plano emocional, en función de reacciones y procesos del organismo. A continuación se resume lo que experimenta tu cuerpo durante un beso.
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Liberación de estrés
Nos sentimos mucho más felices gracias a la endorfina (hormona de la felicidad), sustancia que segrega naturalmente el cerebro a partir de actividades placenteras, como besar, hacer ejercicio o tener sexo. Uno de los beneficios principales es que combate el cortisol, causante del estrés, que podría incluso generar enfermedades, por lo que nos mantiene relajados y saludables.
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Aceleración cardiaca
Durante el beso nuestra frecuencia cardiaca aumenta por la epinefrina (adrenalina). Según un estudio de la Universidad de Viena, las pulsaciones cardiacas suben de 60 hasta 130 por minuto. Asimismo, acelera el flujo de la sangre y genera una mejora en el metabolismo, oxigenación y baja los niveles altos de colesterol. Además, se dice que es la causante de que cerremos los ojos, ya que hace que se dilaten las pupilas y nos hace más sensibles a la luz.
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Amor ciego
Como se ha mencionado anteriormente, ambos liberan feromonas o testosterona, hormonas que modifican el comportamiento ante otra persona para generar un vínculo afectivo o íntimo. Además, producimos oxitocina, denominada la hormona del amor, responsable de causar los sentimientos fuertes de apego hacia alguien. El cerebro se vuelve adicto a la oxitocina cada vez que besamos.
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Placer
También producimos dopamina, mejor conocida como la hormona del placer. Está relacionada con la lujuria, la adicción y motivación, pues nos hace tomar decisiones con riesgos. El efecto es igual de potente a inhalar cocaína, razón por la que muchas veces sentimos que los besos son adictivos. De hecho pueden llegar a presentarse síntomas de abstinencia si no volvemos a experimentarlo pronto.
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Evaluación de compañero potencial
Investigadores de la Universidad de Albany, de Nueva York, descubrieron que los besos cumplen una función importante, pues están diseñados para evaluar a una pareja potencial. Por esta razón es que muchas veces, a pesar de que nuestra relación es supuestamente lo que queremos, no hay una conexión con él o ella, pues ya están preestablecidos en el cerebro mecanismos que detectan la incompatibilidad genética para formar una familia.
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Movimiento de músculos
Al besar no sólo movemos los labios y la lengua. Se contraen 34 músculos de la cara con un beso en la boca y 12 durante uno en la mejilla. Además, compartes alrededor de 80 millones de bacterias por medio de la saliva, pero por muy asqueroso que parezca, éstas sólo se mantienen similares.