Allá por el año 2006, el prefecto de entonces, Mario Cossío, daba inicio a la construcción de un velódromo para la práctica del ciclismo en el marco de un proyecto mayor denominado Villa Olímpica, en el que también estaban contemplados un coliseo y una piscina. Por varias razones, esta iniciativa nació mal y generó una cadena de problemas que terminó con empresarios y autoridades enjuiciados y hasta encarcelados. Era una idea con visión, decían los próximos a Cossío, aunque era y es discutible su necesidad en ese momento, en un departamento que despertaba con la billetera llena y múltiples requerimientos sin atender. Más allá de eso, estas obras que parecían la carta de presentación de un prefecto joven, carismático y opositor a Evo Morales, se convirtieron en su talón de Aquiles y en una pesadilla de nunca acabar, que si bien no fueron la causa de su salida de Bolivia, si se convirtieron en los motivos que lo tuvieron en medio de un sinnúmero de cuestionamientos.
Mucha agua pasó bajo el puente y dos gobernadores, Lino Condori y Adrián Oliva, si bien es cierto que hay muchas luces y sombras en un emprendimiento como éste, finalmente se inauguró, fue la actual gestión la que concluyó la obra y anunció también que entre el 2019 y 2020 terminarían las restantes. Desde la asamblea departamental se esta pidiendo la realización de una auditoría ante una insinuación de sobreprecio, deberá hacerse pero no bajo el supuesto de responsabilidad o culpabilidad, por el contrario, si queremos apegarnos a la Constitución Política del Estado.
Dijimos que es discutible la prioridad que tenía el velódromo el 2006, hoy ya esta inaugurado y ahora habrá qué hacer con el, una tarea que permita traer deportistas del interior de Tarija, de Bolivia y también de países vecinos. Que sepamos, en todo el norte argentino no se cuenta con esta infraestructura, tampoco en el Paraguay ni en Chile, buena oportunidad para «vender» nuestra región brindando opciones para que nos visiten… el deporte es un buen pretexto.