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En su poema «Ese gran simulacro», Mario Benedetti nos enseña cómo funciona el olvido.

¿Será que los recuerdos son inevitables?, ¿será que la memoria es una de tantas cosas sobre las que nunca tendremos control? En la cinta Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Gondry, 2004), las personas son capaces de editar su memoria a través de un sofisticado proceso médico. Cuando Joel se entera de que su pareja, Clementine, lo ha borrado de su memoria, él decide hacer lo mismo; sin embargo, en un giro inesperado del destino, se vuelven a reunir. Si hay algo que podemos aprender de este filme es que aunque los recuerdos nos pesen inmensamente, tal vez son lo único que nos mantiene con los pies sobre la tierra.

Hay situaciones y experiencias que todos alguna vez hemos querido borrar completamente de nuestra memoria. Todos tenemos una historia triste que contar, algún momento de extremo dolor y decepción, o simplemente un recuerdo muy vergonzoso que hemos decidido sacar de nuestra mente. Sin embargo, en muchos casos esto no es posible. Entre más pensamos en ello, se vuelve extremadamente complicado; por más que intentamos sacar un momento, a una persona o un lugar específico de nuestros recuerdos, parecen enraizados de tal manera que arrancarlos sería arrancar una parte de nosotros mismos.

Pero si no podemos elegir qué recordar y qué olvidar, ¿cómo podremos sobrellevar el dolor de las experiencias vividas? Dice el escritor uruguayo Mario Benedetti (1943-2009) que el olvido no es la solución, sino sólo un simulacro. A continuación, te compartimos 3 enseñanzas en la poesía de Benedetti para que los recuerdos no te hagan infeliz.

1. En la misma intención del olvido subyace el recuerdo

En nuestro afán por olvidar, siempre estaremos recordando. El olvido es un acto involuntario, al intentar eliminar un recuerdo solamente damos cabida a que éste se hospede en nuestra conciencia indefinidamente. Entonces sería realmente absurdo tratar de convencer a nuestra memoria de eliminar aquellos recuerdos que nos incomodan. No existe la función voluntaria del olvido, no existe una tecla que podamos pulsar para deshacernos de todos aquellos recuerdos que no consideramos valioso. ¿Pero entonces qué podemos hacer?

2. Olvídate de olvidar

Generalmente, cuando ocurren momentos significativos para nosotros —tanto positivos como negativos— nuestro subconsciente se encarga de colocarle la etiqueta de “importante”. Una vez que esto haya ocurrido, resultará realmente difícil eliminarlo por voluntad propia. ¿Entonces cómo funciona el olvido? Aunque suene contradictorio, debes olvidarte de olvidar; es decir, deja de intentar olvidar a esa persona que te causó daño, ese momento tan desagradable o ese lugar que juraste nunca volver a pisar, ni siquiera en recuerdos.

3. Concéntrate en crear nuevos recuerdos

No pretendas más borrar aquellos recuerdos que no te agradan como si se tratara de la edición de un video. De hecho, sólo te será posible olvidar cuando ya no intentes hacerlo, cuando concentres toda tu energía en vivir nuevas experiencias que traigan consigo nuevos recuerdos. Poco a poco estas experiencias te harán olvidar todo lo demás. Solamente así podrás librarte de la memoria y el dolor, cuando concentres tus pensamientos en nuevas y mejores etapas de tu vida que llenen tu cabeza de mejores recuerdos, cuando dejes de intentar eliminar los recuerdos negativos y te propongas aprender de todas esas experiencias. Una vez que hayas entendido todo esto, comprenderás mejor al poeta cuando escribió “en el fondo el olvido es un gran simulacro, nadie sabe, ni puede, aunque quiera, olvidar”.

ESE GRAN SIMULACRO

Cada vez que nos dan clases de amnesia

como si nunca hubieran existido

los combustibles ojos del alma

o los labios de la pena huérfana

cada vez que nos dan clases de amnesia

y nos conminan a borrar

la ebriedad del sufrimiento

me convenzo de que mi región

no es la farándula de otros

en mi región hay calvarios de ausencia

muñones de porvenir, arrabales de duelo

pero también candores de mosqueta

pianos que arrancan lágrimas

cadáveres que miran aún desde sus huertos

nostalgias inmóviles en un pozo de otoño

sentimientos insoportablemente actuales

que se niegan a morir allá en lo oscuro

el olvido está tan lleno de memoria

que a veces no caben las remembranzas

y hay que tirar rencores por la borda

en el fondo el olvido es un gran simulacro

nadie sabe ni puede, aunque quiera, olvidar

un gran simulacro repleto de fantasmas

esos romeros que peregrinarán por el olvido

como si fuese El Camino de Santiago

el día o la noche en que el olvido estalle

salte en pedazos o crepite,

los recuerdos atroces y los de maravilla

quebrarán los barrotes de fuego

arrastrarán por fin la verdad por el mundo

y esa verdad será que no hay olvido.