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AGENCIAS
Brasil era el gran favorito para la mayoría de los aficionados. El rival podría ser Italia, que tenía al Milán como campeón de Europa (después de golear al Ajax de Holanda, que recién amanecía en el fútbol internacional) y del Mundo, tras las accidentadas finales con Estudiantes de La Plata. También merecían respeto Inglaterra y Alemania Federal, los finalistas de la última Copa. Algunos soñaban con el Perú de Didí, como ahora sueñan con el Portugal de Figo, pero Brasil era Brasil y era Pelé.
Brasil logró la clasificación con el periodista Joao Saldanha como técnico. Había goleado a sus rivales Colombia, Venezuela y Paraguay (26 goles a favor y 2 en contra), con un acierto técnico al integrar a Pelé con Tostao. A pesar de ese éxito, Saldanha, un hombre de gran carácter, para no aceptar las presiones- incluso, las del Gobierno Militar, que pretendía la inclusión de Darío- renunció 2 meses antes del mundial azteca. Lo reemplazó Mario Zagalo, un hombre que respetó el trabajo anterior a tal punto que solo hizo 2 modificaciones: Wilson Piazza entró por Joel y Rivelinho por Edú. Con ellos y otros 5 sobrevivientes del Mundial 66 (Pelé, Tostao, Gerson, Carlos Alberto y Jairzinho), formó un equipo invencible, como lo fue demostrando, paso a paso en el camino hacia la final.
En ese mismo camino se fueron desangrando los otros candidatos. Inglaterra en cuartos de final y en un partidazo contra Alemania, que definió Gerd Müller en tiempo suplementario y después Alemania en la semifinal contra Italia, que también obligó a jugar media hora de alargue.
De ese modo y al cabo de esfuerzos distintos, Brasil e Italia llegaron a la final. A un partido que se hizo paseo, pues como lo graficó Sandro Mazzola con gran sinceridad, el armador del juego italiano: “Aguantamos 60 minutos y después nos trituraron”. Esos 30 minutos finales fueron la  apoteosis del fútbol. Brasil fue Brasil y Pelé. Los 2 Brasil y Pelé, fueron tri-campeones del Mundo en México 70.
La Copa Jules Rimet de este modo tuvo su dueño definitivo y Pelé alcanzó la gloria reservada a unos pocos predestinados.
Fue el Brasil de los mediocampistas creadores, a los que ahora se llama enganche, es decir a partir de Gerson, Rivelinho, Jairzinho, Tostao y el mismo Pelé, todos se desempeñaban en sus equipos con el número 10, a Mario “Lobo” Zagalo no le hizo mella la crítica de la prensa de jugar un Mundial sin delanteros, al final el título logrado en condición de invicto, nadie se lo pudo discutir y este campeón Mundial, es para muchos, el mejor dela historia de los Mundiales y no precisamente porque en él Pelé, se despidió de la selección “verde-amarelha”.